Punto de Fisión

Ir fuera enriquece

Es difícil acostumbrarse a las nuevas caras en los ministerios, Mariano ha cambiado la baraja y cuesta hacerse a la idea de que ya no hay un vendedor de armas al frente de Defensa ni un teólogo medieval en Interior. No se imagina uno cómo va a hacer Cospedal para que su marido siga quintuplicando sus ganancias privatizando tanques en lugar de hospitales, pero seguro que ya se le ocurrirá algo. Y Juan Ignacio Zoido (a pesar de una gestión pública que se resume en su ocurrencia de multar con 750 euros de multa a los mendigos que rebusquen en los contenedores de la basura sevillanos) carece de los contactos arcangélicos que han hecho de los cuatro años de Fernández Díaz y su ángel de la guarda el mejor spin-off hasta la fecha de Qué bello es vivir. Con la de veces que le ha salvado el culo, Marcelo se ha ganado unas alas pero con vistas a las cataratas del Niágara.

De manera que me preguntaba a quién habría colocado Mariano para dar la cara en Exteriores y me encontré con una vagamente familiar, canosa, cuadrada, casi entrañable, que me sonaba también de otra película y también con vuelos y cataratas. Pero no daba con el título hasta que ayer soltó su discurso en Las Cortes reivindicando la emigración forzosa como una forma magnífica de ampliar el currículum y de ensanchar el espíritu. "Una visión de los años sesenta del pasado siglo" dijo el ministro en referencia a la crítica de los diputados de Unidos Podemos, que se creen que seguimos en la España de Alfredo Landa y en el vente a Alemania, Pepe. "Una visión apocalíptica y demagógica" añadió, y uno ya veía a Alfredo Landa atravesando en moto las carreteras europeas con chupa de cuero y ametralladora al hombro, en plan Mad Max.

En efecto, el rostro de Alfonso Dastis se convirtió de repente, salvo por el bigote intempestivo, en un avatar de Carl Fredicksen, el viejecillo inquieto de Up, que se va a descubrir mundo subido en una casa flotante reconvertida en globo aerostático y acompañado de un joven emprendedor. ¿Qué mejor lema para el ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación que tunearlo con fotogramas de Pixar y ascenderlo a la categoría de ministerio de Asuntos Exteriores, Cooperación y Aventura? Puesto que le atacaban con consignas posfranquistas propias del landismo, Dastis retrocedió hasta la mitología del siglo XIX y recurrió a etiquetar el exilio con los más brillantes tópicos de la literatura viajera. Marchar al extranjero a buscarse las habichuelas es mostrar "iniciativa, inquietud, amplitud de miras, adaptabilidad y apertura de horizontes". No se trata de buscar curro de camarero sino de descubrir mundo, como Shackleton en la Antártida y probablemente con los mismos resultados. Al oírlo, en efecto, se ensanchaba el espíritu y daban ganas de liar el petate. Vamos, no entendía uno por qué continuaban allí, detrás de él, Floriano y los demás forofos del PP, agarrados a la poltrona. Probablemente no se van por no alagarle a Dastis el nombramiento a ministro de Asuntos Exteriores, Cooperación y Aventura con Balcones a la Calle.

"Ir fuera enriquece" dijo el ministro, un eslogan que también sonaba a otra película, Desde que amanece apetece, que no por nada iba de despedidas de soltero, boys y putas. Con todo, la clave ideológica del aventurero discurso de Dastis se encuentra en unos puntos suspensivos de lo más reveladores: "Nosotros no hemos expulsado a nadie, los que se van fuera...". Y justo ahí se calló porque la explicación le iba a llevar semanas. Decía Hemingway que un buen cuento debe ser como un iceberg: tres cuartas partes tienen que permanecer sumergidas. Un buen discurso parlamentario también.

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