Punto de Fisión

Humor Supremo

El Tribunal Supremo ha condenado al cantante de Def con Dos, César Strawberry, por unos tuits en los que ofende a las víctimas del terrorismo. O a las víctimas, así, en general. Podían haberle condenado por cantar mal, por afeitarse poco o por no saber llevar sombrero, pero de momento el Supremo se ha ceñido a su actividad como humorista fracasado. Tampoco se trata de darles ideas para abrir nuevos horizontes judiciales, sobre todo en un país que se supera día a día en el difícil arte de vulnerar los derechos elementales, inventar nuevos delitos e ignorar los auténticos. Tal y como anda el kilo de cárcel en España, sale mucho más barato atracar un banco que reírse de una matanza o publicar una gracieta penosa; no digamos ya desmantelar una caja de ahorros, estafar a los contribuyentes o robar dinero público a espuertas, que eso sale gratis.

Entre la añoranza de los GRAPO, el videojuego con la pelea entre Ortega Lara y Eduardo Madina o el roscón-bomba que iba a enviar a La Zarzuela, hay que reconocer que los chistes de Strawberry no tienen ni puta gracia, pero, hasta hace dos días, ser un patán y tener mal gusto no eran constitutivos de delito. En Tele5 van a tener que andarse con mucho ojo. Por lo visto, el problema de los tuits no es que no fueran graciosos sino que enaltecían el terrorismo de ETA y del GRAPO, y se mofaban de las víctimas. Vaya por Dios. Si Strawberry se hubiera limitado a reírse de las víctimas correctas, como hace la justicia española a diario y el gobierno semanalmente, no sólo le habrían absuelto sino que muy probablemente le habrían colgado una medalla.

Antes de ayer, el gobierno bordó uno de sus mejores chistes negros al afirmar que el Valle de los Caídos no era un monumento de exaltación franquista. Ayer la Fundación Francisco Franco afirmó que su superhéroe favorito, alias Paca la Culona, era "la antítesis de Hitler". Una antítesis con bigote que le ayudó a ganar la guerra y a hincharse a masacrar españoles. Puede que se refieran a que Hitler era más alto o a que no gastaba voz de pito ni un culo de media tonelada. Quizá orinarse en los familiares de las víctimas apenas habría sido un poco más fuerte como humillación que estas gilipolleces pero eso es algo que ya han hecho también, metafóricamente, otros célebres cómicos de derechas, como Pablo Casado o Rafael Hernando.

A diario nos llueven encima docenas de tuits, discursos en facebook y comentarios en foros de internet que no sólo humillan a las víctimas correctas sino que profieren insultos y amenazas de muerte de lo más explícito. Sin embargo, la fiscalía está muy ocupada intentando empurar por quinta vez al concejal Zapata por sus lamentables mofas sobre el Holocausto o rastreando chistes viejos sobre Carrero Blanco. El Tribunal Supremo está muy ocupado intentando delimitar los límites del humor. Concretamente, del humor negro. La línea nunca estuvo muy clara, pero ya cae dentro del código penal. Hay que aprovechar ahora que todavía puede uno cagarse en los muertos de media España, incluso plantando una mierda en mitad de la calle del tamaño de la Fundación Francisco Franco. Probablemente es que muchos no le hemos pillado todavía la gracia a lo de tener a los muertos enterrados por ahí, en las cunetas. Se llama Humor Supremo.

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