Punto de Fisión

Aguirre y el machismo-leninismo

Las muñecas de Famosa vuelven a casa por Navidad pero Aguirre no vuelve porque no se ha ido. Aseguró hace años que abandonaba la política pero tampoco se fue muy lejos: sólo estaba tomando impulso. Hay políticos que son remakes de otros políticos; por ejemplo, Soria parece un remake de Aznar, Donald Trump parece un spin-off de Mussolini y Fernández Díaz parece un bajorrelieve de Torquemada. Aguirre, en cambio, no necesita recambios puesto que sólo se parece a Aguirre. Quizá por eso mismo se le pudrieron vivos tantos de sus colaboradores en su etapa de presidenta de la Comunidad: no podía clonarse a sí misma. Tenía que conformarse con lo que había y lo que había eran, mayormente, corruptos. Impertérrita, ella recibe palos y luego los devuelve, igual que un tentetieso o una pera de boxeo. Decía Spinoza que todas las cosas quieren perseverar en su ser, pero, de haberla conocido, se habría ahorrado un montón de explicaciones y le habría bastado con colocar una foto suya en la portada de sus obras completas.

En su última aparición pública, Aguirre ha vuelto a cargar contra una de sus némesis, Pablo Iglesias, al que ha acusado del pecado de machismo-leninismo por unos tuits en los que bromeaba con Juan Carlos Monedero sobre las sucesivas idioteces de Mariló Montero: "La azotaría hasta que sangrase". Iglesias lamentó que una broma de mal gusto vertida en una conversación privada hubiera salido a la luz, pero eso es algo que no le ha sucedido jamás a Esperanza Aguirre, quien cuando dijo que había que matar a todos los arquitectos lo hizo delante de las cámaras. Entre unos azotes sangrientos a una presentadora de televisión y una purga de arquitectos con fusilamiento no hay la menor duda de dónde cae el comentario machista.

En su lucha contra el machismo-leninismo, Aguirre ha cargado ella sola contra el gremio de la arquitectura, contra Gallardón, contra Mariano, contra Iglesias e incluso contra los agentes de movilidad al estilo Carromero. Según Aguirre, en la escala Richter del machismo-leninismo, Trump ocuparía un segundo lugar detrás del podio ocupado por Pablo Iglesias. Ya hay diversos estudios científicos que aseguran que Pablo Iglesias y Donald Trump poseen semejanzas más que sospechosas, pero no voy a extenderme en enumerarlos otra vez puesto que ya escribí largo y tendido en su día las razones que me llevaron a descubrir que el líder de Podemos y el muchimillonario presidencial son exactamente la misma persona. Lo extraño es que Aguirre no haya denunciado a Donald Trump por copiarle también la entonación y el peinado.

Debe de ser porque comparten foniatra y peluquero que la infatigable condesa portavoz de sí misma le ha exigido a Carmena que le entregue a Trump las llaves de la ciudad en cuanto se le ocurra visitar Madrid. Las simpatías y antipatías de Aguirre son misteriosas: vienen y van dependiendo de factores aun más misteriosos, como el frío, el grado de humedad y lo que haya desayunado esa mañana. Ayer, sin ir más lejos, recordó el apoyo que le prestó el PP a Patxi López y le lanzó un mensaje de cariño a Susana Díaz. Como dice el escorpión: es mi carácter.

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