Punto de Fisión

The Corruption League

Aparte de la Liga, la Champions, los videojuegos y la venta de camisetas, Cristiano Ronaldo y Leo Messi dirimen su particular lucha de superclases en otro terreno de juego: el del fraude fiscal. No son terrenos necesariamente excluyentes sino que más bien resultan complementarios. Por eso mismo el partido político más votado de España ha resultado también el más ladron del continente. La financiación ilegal, el caciquismo, el cabildeo, los jueces amigos y el dinero negro no están contraindicados en el juego democrático, al contrario: vienen incluidos en la receta.

Gracias a la acción de unos cuantos magistrados insensatos, hemos sabido que con los millones de euros malversados de la trama Gürtel, el PP pudo pagar varias campañas electorales, financiar televisiones inverosímiles, comprar columnistas, alquilar tertulianos, y lo que les sobraba se lo gastaron en chuches. Algún ingenuo podría pensar que, con semejantes procedimientos gangsteriles, sería de justicia que el PP se disolviera, que los condenados devolvieran todo el dinero robado y que la democracia volviera a fluir limpia y cristalina por las urnas. Ocurre que ese ingenuo no tiene la menor idea de cómo funciona la justicia y todavía menos de cómo funciona la democracia. Tampoco, todo hay que decirlo, de cómo funciona el fútbol.

Al paso que va, Mariano podría ganar siete elecciones seguidas del mismo modo que Lance Armstrong arrasó en siete Tours a base de eritropoyetina. El ciclista norteamericano iba por los hospitales abrazando a niños con cáncer, asegurándoles que podían curarse a fuerza de voluntad del mismo modo que él había vencido la enfermedad y machacado sus rivales a base de pedales. No mencionaba las transfusiones, las artimañas, el acoso del pelotón y la mafia de la prensa, quizá en un ataque de alzheimer selectivo muy parecido con el que Mariano olvida el nombre de los Bárcenas, los Mata, los Rato, los Granados y los demás gregarios que le ayudaron a alzarse en el podio. La diferencia es que a Armstrong le hicieron devolver los trofeos, los abrazos y hasta los epítetos que adornaban su nombre en los titulares, mientras que a Mariano le caen felicitaciones, parabienes y citaciones de los juzgados para que explique ese extraño ataque de ceguera que le impedía ver el flujo de mierda a su alrededor mientras seguía leyendo el Marca.

Más allá de la belleza y de los lances del juego, en el fútbol triunfa la certeza de que el dinero manda. Por algo es el único deporte donde se fían las decisiones trascendentales no al arbitrio de una cámara de alta velocidad sino al capricho de un colegiado más miope que el presidente en el ecosistema criminal de Génova. Unos días después de que se decida el campeonato de liga, nos enteramos que Sandro Rosell va a dormir en Soto del Real y que Cristiano habría defraudado quince millones, casi el doble que Messi -aunque intentó regularizar su situación tributaria antes de que lo imputaran. Hacienda ha esperado a que el portugués fuese a saludar a La Cibeles para que los aficionados puedan dormir tranquilos y los niños madridistas sigan creyendo que el color blanco es refractario a las rayas carcelarias. Que lo es. Albert Camus dijo que todo lo que sabía acerca de la moral y a las obligaciones de los hombres, se lo debía al fútbol. Mariano, también.

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