Punto de Fisión

La Champions de Mariano

Escribo esto en vísperas de una semana candente, con terribles incógnitas gravitando sobre la actualidad política española. A saber: ¿dimitirá Mariano Rajoy del cargo de presidente del gobierno o seguirá aferrado a la poltrona hasta que se pudra vivo? ¿Refrendarán las bases de Podemos el proyecto de vida achaletada de Pablo e Irene en Galapagar o tendrán que abandonar la presidencia de la formación morada ante sus graves incongruencias ideológicas? ¿Abandonará Cristiano Ronaldo el Real Madrid después de la consecución de la Décimotercera copa europea o sus declaraciones al término de la final sólo fueron la pataleta de un niño mal criado y enfadado porque no le cuajaron bien las mechas?

El lector atento no habrá dejado de observar que he colocado estas incógnitas de menor a mayor, según las repercusiones de estos sucesivos seísmos sobre la opinión española. Con mucha diferencia, el fútbol, seguido del chalet, es lo que trae de cabeza a la inmensa mayoría de la población, incluido el presidente de gobierno, que no pudo viajar a Kiev a pesar de que ya tenía las maletas hechas, pero tuvo tiempo para felicitar vía twitter al equipo de sus amores. En cualquier país menos sensato, la enciclópedica sentencia del caso Gürtel habría provocado manifestaciones, huelgas y disturbios callejeros, pero en la capital, la gente, convenientemente armada de claxones, alcohol y buen criterio, prefirió lanzarse a celebrar la Décimotercera.

Se ve que esa misma gente no está tan acostumbrada a la rutina de que el Madrid gane la Champions como al hábito de que el PP golee en las Olimpíadas de la corrupción. Lógico, porque la alineación del entrenador nacional Mariano -con Bárcenas en la portería; Matas, Granados, Soria y González en la defensa; Correa, Crespo, López Viejo en el medio campo; Mato y Zaplana en la delantera; y Rato de líbero- es imbatible, eso sin contar con un banquillo de imputados más largo que la Gran Muralla China. El problema es que Mariano no sabe perder y que Cristiano ni siquiera sabe ganar, con lo que el ardor de las respectivas hinchadas se diluye mucho.

Hay, al menos, otro tremendo interrogante planeando sobre la actualidad: ¿apoyará Albert Rivera la moción de censura para desalojar a una banda de cuatreros insaciables del poder o preferirá sostener una vez más los cadáveres putrefactos del PP, como ha hecho hasta ahora siempre que tuvo oportunidad? Esta última pregunta podrían hacérsela a Albert directamente con la voz de doblaje de Groucho Marx en Un día en las carreras, cuando arrimaba el micrófono al odioso dueño de un caballo para que, al oírlo, el caballo enfurecido saltara cualquier valla: "Señor Morgan, ¿le importaría decirle al respetable lo rastrero que es usted?"

A última hora de la tarde se supo que la consulta a las bases de Podemos se había saldado con una participación de casi 190.000 personas, un tercio de las cuales votaba porque Irene y Pablo debían abandonar el chalet, mientras que los dos tercios restantes abogaban por cortinas de color violeta.

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