Punto de Fisión

Pedro Duque en la luna homeopática

Lo malo de que te nombren ministro es que, en cuestión de minutos, un ejército de informáticos sin nada mejor que hacer, detectives aficionados y periodistas con mala leche va a empezar a revisar tus cuentas bancarias, tu situación fiscal y tus comentarios en las redes sociales en busca del desliz, la frase grosera, la cáscara de plátano o esa foto disfrutando del sol gallego en el yate de un narco. Todos tenemos un pasado, pero los políticos tienen un cementerio. Al ex ministro de Cultura, Màxim Huerta, no le había dado tiempo de sentarse en el sillón cuando se publicaron varios tuits suyos diciendo que odiaba los toros y el deporte, aunque lo que terminó de darle la puntilla fue la noticia de que en 2006 había montado una sociedad para defraudar a Hacienda.

Con Pedro Duque el cadáver ha tardado un poco más en aparecer pero ayer mismo se hizo público un video donde aparecían unas declaraciones lamentables del pasado abril en que el futuro ministro de Ciencia, Innovación y Universidades menospreciaba la educación pública y confesaba que él mismo había tenido que llevar a sus hijos a un colegio privado, porque allí se toman más en serio la enseñanza de idiomas. Probablemente sea porque Pedro Duque, al contrario que Huerta, cae bien a casi todo el mundo, yo incluido, pero la opinión de Duque apenas ha tenido repercusión cuando, de hecho, es gravísima. No sólo porque insulta descaradamente a los centros y profesores de la escuela pública, sino porque se trata de una afirmación sin ninguna base científica.

Lo de que la educación privada va delante de la pública, dicho por cualquier protagonista del ejecutivo anterior, caracterizado por las medallas a la Virgen, los cantos legionarios y la ignorancia supina del ciclo atmosférico, sería únicamente una chirigota entre mil y no tendría la menor importancia. Pero en boca de un astronauta e ingenierio aeronáutico que, entre otras cosas, ridiculiza y desmonta a diario las absurdas patrañas de la homeopatía, el terraplanismo o la geoingeniería, suena más bien a camelo homeopático. No, no es verdad que la educación privada española sea superior a la pública. De hecho, sólo en el área de idiomas, hay más colegios bilingües públicos que concertados, y en 2016 el psicólogo Alfredo Hernando realizó un estudio en el que concluyó que los centros públicos son más innovadores que los privados tanto en estrategias como en resultados. En cuanto al ámbito de las universidades, que es competencia directa de su ministerio, haría bien Duque en repasar las últimas estadísticas, ya que sólo hay una universidad privada entre las diez primeras de España y está en séptimo lugar.

Lo que más chirría en las declaraciones de Duque es oír hablar de un concepto tan elitista, anticuado y pedorro como "excelencia". Se entendería, quizá, si se hubiera criado en el barrio de Salamanca pero resulta que Pedro Duque, como Escudier y como mi menda, vistió pantalón corto por el parque de San Blas. Está tardando el ministro en pedir perdón y reconocer que metió la pata a fondo, sobre todo con esos miles de profesores que enseñan idiomas en colegios e institutos públicos por una miseria y con horarios de mierda. Venga, macho, que eres de San Blas.

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