De cara

El técnico que puso en peligro la 'Champions'

Igual que no conviene perder la memoria, olvidarse de los buenos tiempos y juzgar la era Rijkaard en el Barça por su final (digno y elegante hasta en su manera de despedirse), no beneficia analizar la etapa de Javier Aguirre en el Atlético por la última lectura de la tabla de clasificación. En términos contractuales, el entrenador se ha ganado su renovación. Al mexicano le asiste un derecho económico que sus jefes están obligados a cumplir. Pero si los recuerdos cuentan, si el club pone sus decisiones sobre una balanza científica y justa, Aguirre, previa indemnización, debería marcharse. Porque aunque los repentinos aduladores de estos días pretenden adjudicar al preparador los méritos del retorno atlético a la máxima competición europea, la realidad lo desmiente. Si alguna leyenda puede colgar del cuello de Aguirre, no es la del entrenador que devolvió al Atlético a la Liga de Campeones, sino la del que puso en peligro ese retorno. Alguien podría apellidar igualmente a Aguirre como el técnico que logró que Torres se hartara del Atlético. Y cronológicamente sería verdad, pero no muy justo. Este Atlético está donde lo puso el ‘Kun’ (sobre quien Aguirre arrojó toda su desconfianza) y no es tolerable robarle méritos. A su lado, algún futbolista de primer nivel (Forlán, Simao y Raúl García, también Camacho, que no irrumpió a última hora por el arrojo del técnico, sino por la insistencia de sus superiores, y, con mucha generosidad, Maxi) y poco más. Valdría incluir a Maniche, pero su indisciplina y la incapacidad de Aguirre para gestionarla le dejaron fuera. El Atlético ha suspendido en todos los contenidos que competen al entrenador: actitud, ambición, orden, seguridad defensiva, estrategia, preparación física... Lo sabe el club, el periodismo y la grada, que se pronunció inequívocamente cuando el equipo ya iba cuarto. Sólo un razonamiento económico podría disculpar la continuidad de Aguirre. Pero eso no legitima a mentir en los adjetivos y mucho menos en los cargos. Si Aguirre se queda, será contra la opinión de los que en teoría deciden. Si Aguirre se queda, Gil Marín debería salir de la madriguera y proclamar de una vez "el Atlético soy yo". Su padre al menos no se escondía.

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