Del consejo editorial

La crisis y el patriotismo

ROMÓN COTARELO

De las pocas cosas claras sobre la crisis actual, la más clara es que sobre ella no hay nada claro. Ni sobre su comprensión ni sobre su tratamiento ni mucho menos sobre su posterior evolución. La semana pasada, en sede parlamentaria, Zapatero admitía la posibilidad de una recaída en la recesión. En medio de una vorágine en la que quiebran países enteros, nadie está seguro de qué va a suceder mañana.

En un primer momento, asombrados los gobiernos de la profundidad de la crisis, se admitió la posibilidad de que fuera sistémica y se formularon hueros propósitos de "refundar el capitalismo". Luego resultó que se trataba de meras turbulencias, incluso huracanes financieros pero nada que las economías de mercado no pudieran asimilar provistos los correspondientes ajustes. Con lo que la refundación quedó para mejor momento. No es disparatado decir, sin embargo, que esta crisis es estructural, del modo de producción capitalista, que se trata de la famosa "crisis general del capitalismo" que los marxistas se hartaron de esperar en el siglo XX, con el agravante de que no es, en verdad, "general", pues hay un capitalismo de momento indemne en los llamados "estados emergentes", China, India y Brasil.
En estas condiciones en que la comunidad occidental, incluida la Unión Europea, corre peligro de de-

sintegrarse políticamente en una especie de estado de naturaleza internacional, parece razonable que todas las fuerzas políticas apoyen al Gobierno en sus esfuerzos y políticas por superar la crisis que, por lo demás, han sido santificados por los organismos supranacionales pertinentes. Es más, el Gobierno debe exigir esa concentración de fuerzas apelando al patriotismo de todas.

Es aquí en donde el PP, como suele hacer, falla y, atendiendo únicamente a sus intereses electorales, no solamente niega el apoyo al Ejecutivo, sino que torpedea públicamente su acción cuando, como hace Cospedal, afirma que el problema de España es la falta de credibilidad de su Gobierno. Esta es la señal que están esperando los especuladores para aumentar sus exigencias y empujar el país al abismo.
Lo curioso es que esta actitud de inhibición irresponsable, esta falta de sentido del Estado o de la Nación, que es término más grato a la derecha nacional, sea la adoptada por quienes, como Rajoy, defienden las políticas neoliberales que han hecho quebrar ya a tres países.

Ramón Cotarelo es Catedrático de Ciencias Políticas

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