Del consejo editorial

La rehabilitación de George W. Bush

LUIS MATÍAS LÓPEZ

En qué columna del libro de contabilidad de los republicanos figura George W. Bush, en la del debe o en la del haber? La respuesta puede ser importante en la lucha por la Presidencia en noviembre de 2012. Bush llevaba casi dos años amordazado por el desprestigio con el que concluyó su mandato. Sin embargo, su rehabilitación comenzó a fraguarse ya en marzo, cuando el que fue su principal estratega político, Karl Rove, publicó unas memorias en las que, por ejemplo, se enorgullecía del empleo del submarino (simulacro de ahogamiento) con sospechosos de terrorismo. No debía de temer las consecuencias: el Obama más conciliador prohibió la tortura, pero antes dio carta de inmunidad a quienes la promovieron o aplicaron.

La confesión pasó sin escándalo. Tampoco lo ha habido cuando Bush ha hecho otro tanto en Decision Points, publicado tras el triunfo republicano en los comicios de mitad de mandato. En el reino de Utopía, Bush se sentaría en el banquillo como reo de crímenes de guerra. En el mundo real, sin embargo, son legión quienes le jalean, así que no se arrepiente de nada. Ni de invadir Irak para conjurar la amenaza de unas inexistentes armas de destrucción masiva, ni de ser incapaz de liquidar a los talibanes y a Osama Bin Laden, ni de la ignominia de Guantánamo, ni los miles de vidas inocentes que se cobró su guerra contra el terror, ni de que la catástrofe financiera le pillase in albis. Aún se cree ungido de Dios para cumplir una misión histórica. Aunque sólo sea porque Obama es el anti-Bush por antonomasia, merece la pena ahogar el desencanto por la gestión del actual presidente, necesitado de una reinvención urgente.
La cuestión es si el partido republicano y su candidato en 2012 se verán tentados, de persistir la deriva derechista que consagrará el nuevo Congreso, de utilizar a Bush para fidelizar al electorado más reaccionario, que encarna el Tea Party. Sin embargo, como este movimiento ultraconservador, el ex presidente, más que una baza segura, es una bala en la recámara que, mal colocada, saldría por la culata. Para evitarlo, la rehabilitación debería ser total. Rove, clave en la búsqueda de fondos para los republicanos, echará probablemente una mano en esta tarea, y basta con ver el filme Caza a la espía para hacerse una idea de los métodos que podría utilizar este maquiavélico personaje.

Luis Matías López es periodista

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