Del consejo editorial

Post 28-N: táctica y estrategia

PERE VILANOVA

Algunas reflexiones sobre el día siguiente en Catalunya, y por extensión en toda España, después de lo que sin duda alguna hay que calificar como derrota electoral de la izquierda. A estas alturas, da reparo ponerse a hacer reflexiones porque ya se ha dicho todo lo que se podía decir. Con todo, tómese esto como una modesta e individual contribución al debate.

En primer lugar, y después de pasar una larga temporada en la capital de España, los debates de la noche electoral, las reacciones de unos y otros al día siguiente, todo ello me llamó la atención porque asistí a un ejercicio de cortesía, claridad argumental, franqueza sin falsas contorsiones. Se podrá decir que, a la luz de los resultados, tenía que ser así, pero uno ya ha visto en su vida muchos resultados electorales abultados y no siempre hubo este tipo de reacción tranquila. No fue una de estas extrañas noches electorales en las que todos afirmaban haber ganado. O dicho de otra manera, ha sido mucho más interesante (política y humanamente) este momento poselectoral que la campaña electoral previa.

La segunda reflexión tiene que ver con la idea de que estas elecciones, las municipales/autonómicas de 2011, y las próximas generales, no son unas elecciones cualesquiera. La sobrecogedora sombra
de la crisis y sus consecuencias preocupa a todos, y ello debería invitar a la clase política a la prudencia y a la mesura, tanto en cuanto a promesas como a actitudes en el debate. Quizá esta vez sí, esta vez se pueda tomar la palabra al indiscutible vencedor y su –por el momento– prudente discurso de apertura a unos y otros. Por ejemplo, sería absurdo regatearle la investidura a Artur Mas, incluso sería un buen ejemplo pactar temas de Estado: la crisis económica, la esperada Ley Electoral, algo parecido a un consenso en la tormenta en las relaciones con el resto de España.

Táctica y estrategia son cosas diferentes. Lo primero es maniobrar para salir de un mal paso coyuntural, lo segundo es tener una perspectiva a largo plazo, unos fines claros y unos medios a tu alcance, o que puedas ir construyendo sobre la marcha. La política en este país está instalada en una clara confusión en la que muchos confunden lo primero con lo segundo. Me dirán que hay que ser iluso para creerse todo esto, pero, francamente, sabiendo que son ilusiones (en el sentido de no realidades), uno se alegra de no renunciar a ellas.

Pere Vilanova es catedrático de Políticas.

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