Del consejo editorial

Lo esencial de PISA

JORGE CALERO

La incidencia del programa PISA, de la OCDE, sobre los sistemas educativos ha sido muy notable. Tras una década desde su primera aplicación tenemos suficiente perspectiva como para identificar sus efectos esenciales, distinguiéndolos del ruido que genera, cada tres años, la publicación de los resultados. Sin olvidar algunos problemas consustanciales, de modo general, a la evaluación educativa, a mi juicio estos efectos son en buena medida positivos. Entre ellos destacaré tres: en primer lugar, la aceptación en la comunidad educativa de la cultura de la evaluación, de los procesos por los que el conjunto de la sociedad puede conocer qué sucede en el sistema educativo. En segundo lugar, la focalización de la atención sobre los resultados educativos (en concreto, competencias instrumentales), cuando con anterioridad estos eran a menudo un objetivo secundario. Y, en tercer lugar, la proyección muy intensa hacia los medios de comunicación y la opinión pública de los problemas del sistema educativo y sus debates. Raramente, hasta la llegada de PISA, las portadas de los periódicos recogían noticias del ámbito educativo.

Los mencionados tres efectos son de plena aplicación al caso español. Los resultados de España se han mantenido prácticamente estables durante estos diez años. Si nos centramos en la comprensión lectora, los resultados españoles se han situado, en esta década, por debajo de la media de la OCDE, con una distancia entre 7 y 10 puntos (en una escala de 1.000). Por otra parte, las diferencias entre comunidades autónomas siguen siendo muy importantes: la puntuación máxima, obtenida por la Comunidad de Madrid, es de 503 puntos, mientras que la puntuación de Canarias, por mencionar una comunidad con resultados muy bajos, es de 448. PISA ha proporcionado una vara de medir utilísima para conocer nuestra posición aproximada en el contexto internacional y para incentivar las mejoras en algunas comunidades autónomas. Ha acabado de hacer consciente a la opinión pública, también, de cómo la procedencia sociocultural del alumnado incide sobre los resultados educativos. Además, PISA ha servido de modelo insustituible a una diversidad de evaluaciones educativas aplicadas en el conjunto de España o en diferentes comunidades. Más allá de su utilidad indiscutible como instrumento para la investigación, PISA ha alterado sustancialmente la reflexión pública sobre nuestro sistema educativo.

Jorge Calero es Catedrático de Economía Aplicada y presidente del Consejo Superior de Evaluación de Catalunya

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