Del consejo editorial

Cómo salvar los muebles en 2012

RAMÓN COTARELO

Esa afirmación de la comisión ad hoc del Congreso de Estados Unidos de que la crisis es culpa de Greenspan y Bernanke –el ex jefe y el actual presidente de la Reserva Federal (Fed)– y que pudo haberse evitado es pura especulación. El hecho es que no se evitó y hoy afecta a todo el mundo, incluida España. No hay una crisis española, sino la parte española de la crisis mundial, razón por la cual se admite que la solución sólo puede ser mundial, global, que no hay salidas nacionales a la crisis sino sólo aplicando a cada país las soluciones globales.
Dado que tales soluciones son las que dictan los mercados, no hay lugar a propuestas de izquierda. No es que no existan, sino que no cabe aplicarlas a la vista de la situación y como parece que comprobó Zapatero a raíz de la crisis dentro de la crisis de mayo de 2010. Desde entonces, las medidas fueron ortodoxas y contundentes: recortes salariales, descenso drástico del gasto público, reforma laboral, planes de rescate del sector financiero, privatizaciones, reforma de las pensiones.

Tanto es así que la oposición de derecha, aun sin prestar ayuda al comienzo, ha acabado pactando las medidas con el Gobierno por creer que no cabe hacer otra cosa. Pero justamente eso la deja sin temas para oponerse, ya que el Gobierno está haciendo lo que ella haría. De ahí que no formule propuestas y que se limite a acusar a Zapatero de ser culpable personalmente de la crisis, como Greenspan y Bernanke. Pero esto es inverosímil. En consecuencia, sustituye el debate por un ridículo aquelarre de acusaciones sobre temas inventados, como la autoría de ETA el 11-M, o sub iúdice, como el del bar Faisán.

A su vez, el PSOE, con todas las encuestas en contra, tiene una forma de convencer a su electorado de que, aunque haya hecho una política económica neoliberal, impuesta por el carácter global de la crisis, sigue siendo un partido de izquierda. Simplemente habría de insistir en su programa de medidas progresistas, republicanas, como la ampliación de derechos, la Ley de Dependencia, la separación de la Iglesia y el Estado, la memoria histórica, la transparencia. Se trata del aparato reformista que enfurece a la derecha y el único que puede aumentar la calidad de la sociedad a ojos de la izquierda al extremo de movilizar su voto. El problema es que ese ámbito legislativo está paralizado por un Gobierno duro en las reformas pero pusilánime con los poderosos.

Ramón Cotarelo es catedrático de Ciencia Política

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