Del consejo editorial

Otros riesgos de la energía nuclear

 

CARMEN MAGALLÓN

En medio del debate sobre la continuidad o incluso el aumento de la electricidad de origen nuclear producida en España, los activistas de Greenpeace han puesto de manifiesto la vulnerabilidad de una de estas centrales, cuyo cierre o continuidad está sobre la mesa. Ha sido una acción de protesta y también una manera de mostrar lo fácil que es acceder a instalaciones nucleares supuestamente seguras.
Pero no voy a entrar en el debate sobre los pros y los contras de la energía nuclear al nivel de las plantas instaladas, sino desde una perspectiva más amplia. Para mí, la razón principal para estar en contra de usar energía nuclear para producir electricidad es la estrecha relación existente entre este uso y la proliferación de armas del mismo tipo por todo el planeta.

Basta con revisar la historia. Primero fue la bomba atómica que, no hay que olvidarlo, se usó contra la gente. Y después, ante el miedo que generó la irrupción de estas armas entre la población, en 1953, en la Asamblea General de la ONU, Eisenhower lanzó el programa "Átomos para la paz", dirigido al uso de la energía nuclear para producir electricidad. Propuso también la creación de un organismo regulador, la Agencia Internacional de la Energía Atómica. En la práctica, dada la inherente dualidad de la tecnología nuclear, esta política, que tuvo mucho de propaganda, a lo que condujo fue al aumento de las instalaciones nucleares por todo el mundo, con la consiguiente proliferación de los poseedores de la bomba.
El debate sobre el llamado "uso pacífico" de la energía nuclear no puede desligarse de su dualidad tecnológica y de su asociación con el poder político y las estrategias de seguridad militar. ¿O es que acaso no es esto lo que se achaca a países como Irán?

En la reciente edición de la Conferencia de Seguridad de Múnich, su presidente abogaba por eliminar las armas nucleares desplegadas en Europa –un legado de la Guerra Fría que nos amenaza silenciosamente– y mostraba su preocupación por la proliferación del material fisil. El riesgo de la energía nuclear no es sólo debido a posibles fallos, residuos o accidentes, que también. El riesgo mayor es que nos ata a estrategias de miedo y nos aleja del objetivo del desarme nuclear, tan necesario para la supervivencia de la especie. Estos factores también deberían tenerse en cuenta al evaluar las necesidades de energía y la opción nuclear.

Carmen Magallón es Directora de la Fundación Seminario de Investigación para la Paz

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