Del consejo editorial

Qué simboliza Garzón

RAMÓN COTARELO

El multitudinario acto de la Plaza Mayor en apoyo a Garzón es un movimiento de la sociedad civil que no puede ignorarse. Las dos causas que instruía este juez, Gürtel y el presunto genocidio franquista, son cruciales para la convivencia de la sociedad española, el uno sobrevenido y el otro con raíces que se hunden en un oscuro pasado que se obstina en volver. No son causas que afecten a procesos judiciales ordinarios.
Si en el curso de la instrucción se han cometido delitos, Garzón debe responder de ellos en sede judicial. El problema es que, por la naturaleza de las causas, lo judicial aparece aquí muy mezclado con lo ideológico. Esto es obvio en la causa referida al franquismo. Puede haber jueces franquistas. Nada lo impide. Y al serlo en una lo es en las dos, porque cada una se beneficiaría de una condena al juez en la otra. Que la acusación provenga de un partido político que debiera ser ilegal da la medida de lo ideológico del proceso.
Con independencia de cuál sea la decisión judicial, el debate político es simbólico y fundamental al tiempo. En lo que hace al franquismo se trata de saber si la sociedad española será capaz de hacer por fin justicia a las víctimas de la vesania de la dictadura. Cuestión ideológicamente muy complicada si se piensa que, para mucha gente, bastantes jueces incluidos, no hay víctimas de la dictadura o no ha habido injusticia con ellas, o si la ha habido ya se ha remediado.

En lo referente a Gürtel, se trata de saber si el sistema político democrático dispone de resortes para impedir una corrupción que parece endémica. El riesgo puede entenderse mejor planteado como una cuestión abierta: ¿es políticamente admisible que el caso Gürtel quede en nada no porque no lo haya sino por defectos de forma? La pregunta viene de atrás: ¿es políticamente admisible que los presuntos delitos de corrupción queden impunes por prescripción?
La política debe obedecer a unas reglas morales articuladas como normas jurídicas de mayor exigencia que establezcan que, por ejemplo, los delitos cometidos por los políticos en el ejercicio del cargo no prescriban, como no prescribe el delito de genocidio.
Eso es lo que simboliza Garzón. Entre otras cosas.

Ramón Cotarelo es catedrático en Ciencias Políticas

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