Del consejo editorial

La economía española vuelve a romper normas

JOSÉ MANUEL NAREDO

Economísta y estadístico

La economía española vuelve a romper las enseñanzas de los manuales que presuponen que los hogares ahorran, que las empresas invierten y que las instituciones financieras movilizan la capacidad de financiación de los hogares para cubrir la tradicional necesidad de financiación de las empresas. Así lo confirman las Cuentas Financieras de 2010, que presentó en abril el Banco de España.

La economía española había escapado ya con anterioridad a esa normalidad de los manuales cuando la creciente necesidad de financiación de la burbuja inmobiliaria hizo que, durante los cuatro últimos años del boom, los hogares, en vez de aportar recursos al sistema financiero, los demandaran –al igual que las empresas– forzando el endeudamiento exterior de la economía española. Pero, como advertimos repetidamente, la abultada inversión en vivienda no podía apoyarse indefinidamente en la desinversión financiera de los hogares. La coyuntura alcista se mantuvo mientras las entidades financieras, amparadas en el euro, dispusieron en los mercados financieros internacionales de una liquidez inusualmente barata y abundante. A raíz de la crisis, las dificultades para conseguirla aceleraron el pinchazo de la burbuja y el desplome de la inversión en vivienda de los hogares, que trajo consigo la recuperación de su ahorro financiero en 2008, 2009 y 2010, pese a la depresión de sus castigados ingresos.

Pero ahora que los hogares ahorran, las empresas no solicitan financiación, sino que ahorran también, rompiendo de nuevo con la normalidad de los manuales. En efecto, uno de los datos más llamativos de las Cuentas Financieras de 2010 es que la elevadísima necesidad de financiación que mostraban las empresas durante el auge, ha mudado en capacidad de financiación. Este panorama resulta, tanto de la "sequía de créditos" ocasionada por unas instituciones financieras que utilizan el ahorro interno y las ayudas para restablecer su solvencia y rebajar su deuda exterior, como del propio desplome de la actividad inversora de las empresas, a la vez que aumentan las suspensiones de pagos y los recortes de plantilla. Y es que los datos comentados no reflejan la deseable reconversión, sino la pura y simple depresión de la economía española.

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