Del consejo editorial

Apreciación de machismo y violencia de género

CARMEN MAGALLÓN

Directora de la Fundación Seminario de Investigación para la Paz

La sentencia que ha considerado que llamar zorra a una mujer no es un insulto humillante que haya de ser juzgado según los términos de la Ley Integral contra la Violencia de Género, es decir, aplicando las penas más duras, ha levantado todo un clamor. Un clamor justificado. Para el sentido común fue un insulto, que además se expresó en un contexto de amenazas de muerte y en un país en el que, tras vivir circunstancias similares, 48 mujeres han sido asesinadas en lo que va de año.

La presidenta del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género, Inmaculada Montalbán, ha salido a defender el compromiso de los jueces en la lucha contra la violencia de género. Seguramente es así. Pero, como cualquier colectivo, los jueces son plurales, y aunque predomine su compromiso, esta sentencia y otras similares muestran la permanencia, en su seno, de resistencias importantes. ¿No nacerán estas del cambio que supone tener que considerar delitos graves conductas hasta hace bien poco tomadas por "normales" en el acervo de la socialización estereotipada, en la que muchos jueces y juezas (sí, algunas también) se educaron?
Si la aplicación o no de la Ley Integral contra la Violencia de Género se rige por la jurisdicción creada por una sentencia del Tribunal Supremo que la supedita a la apreciación de si hay o no machismo, el nudo de la cuestión pasa a ser quién y con qué competencia evalúa si en una determinada situación lo hay. ¿Están formados los jueces para esta tarea? ¿Por qué se deja este asunto, la apreciación de si se da o no machismo en una circunstancia, en manos de la idiosincrasia y la historia personales de un juez, y no se contempla que el juicio se emita tras preguntar y ser asesorados por técnicos preparados en este terreno, expertas o expertos, como se hace ante asuntos en los que se precisa de un peritaje experto?
Sentencias como esta suponen un claro retroceso en los avances habidos en la erradicación de la violencia contra las mujeres al inducir a pensar que no es algo tan grave. Los maltratadores, ese grupo del que, si sigue el ritmo estadístico actual, de aquí a finalizar el año saldrán dos docenas más de asesinos, ahora saben que amenazar y llamar zorra a su pareja sale casi gratis.

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