Del consejo editorial

Poblacionismo e involución migratoria

ANTONIO IZQUIERDO
Catedrático de Sociología

De mantenerse las tendencias demográficas actuales seremos menos en 2021, lo cual no es una tragedia. La proyección de la población que hace el Instituto Nacional de Estadística (INE) cifra la disminución en medio millón de habitantes. En el pronóstico del INE hay datos prometedores como el ligero aumento del número de hijos por mujer que, si no cambian los deseos de descendencia, atenuará la maternidad frustrada al aproximar la fecundidad ideal a la real.

También es atractiva la previsión según la cual viviremos más años como promedio, aunque la catástrofe sería vivirlos en peores condiciones. Que aumente la esperanza de vida y que tengamos más salud para disfrutarla es un bien público deseable. En cambio, no es de recibo que crezca la desigualdad ante la muerte entre ocupaciones o regiones y tampoco es justo que el envejecimiento saludable sea un patrimonio únicamente al alcance de los más adinerados. En definitiva, no queramos ser "poblacionistas" a cualquier precio y desarrollémonos con equidad.
Pero si en los componentes del saldo vegetativo las noticias son agradables, en los del saldo migratorio no lo son. Porque se van más de los que vienen y lo hacen de modo brusco y selectivo. Se puede decir que tanto la emigración como la inmigración son abruptas y antidemocráticas, y por eso nuestro modelo migratorio no se ha construido mediante despegues y aterrizajes suaves sino a tirones. Y probablemente el saldo migratorio será aún más negativo de lo que se vislumbra en la proyección. Pero más significativa que la mengua es quién la produce.
Se están marchando los inmigrantes adolescentes y los jóvenes trabajadores, mientras se quedan las madres con niños pequeños y los mayores de 35 años. Y durante el último trienio también han emigrado más de 100.000 españoles que suponemos son jóvenes formados y capaces aunque frustrados por no poder aplicar sus conocimientos aquí.
En definitiva, esta proyección nos cuenta que vamos a perder capital educativo en potencia y en acto y que se nos escapa el futuro que nos vino regalado junto con el que criamos aquí. La reducción demográfica no sería lo preocupante, pero la involución migratoria representará un fracaso.

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