Del consejo editorial

Irresponsable escalada de medidas depresivas

José Manuel Naredo
Economista y estadístico

El reciente paquete de medidas se sigue inspirando en la misma teodicea económica de la austeridad pública que nos impone Merkel, en franca contradicción con las medidas anticíclicas que desde siempre han venido recomendando los manuales en tiempos de crisis. Pero, además de prolongar esta irresponsable escalada de medidas depresivas (aumento de impuestos y reducción de gastos) que hunde cada vez más la actividad económica, se siguen ignorando los graves despilfarros acometidos por una Administración servil a los grupos de presión que orientan la toma de decisiones en cada sector de espaldas a la ciudadanía, olvidando que el saneamiento económico tiene que ir asociado al saneamiento político.

Está claro que en el caso de la vivienda fallaron los filtros reguladores que deberían haber frenado el crecimiento de una burbuja que cuanto más se inflaba, más evidenciaba un final catastrófico. Ni los políticos gobernantes, ni la autoridad financiera, han ejercido ninguna función reguladora que pusiera coto a la sobredosis de viviendas y edificios construidos y de deudas contraídas durante el auge. Pero mucho más grave que el fallo del Estado como regulador del mercado inmobiliario, es el fallo del Estado como planificador y financiador de infraestructuras. Aquí no han sido los promotores privados, sino el propio Estado, manejado por las constructoras, el que ha promovido una absurda sobredosis de autopistas, AVEs, puertos y aeropuertos que habrá que seguir pagando durante años. En suma, que el monocultivo del ladrillo y el cemento, plasmado en tal sobredosis de infraestructuras y viviendas, ha generado riqueza para los constructores, pero pobreza para el país que tiene que sufragarlas. Pues la financiación de tan potentísimas inversiones suntuarias o improductivas, en construcciones elitistas escasamente utilizadas y con elevadísimos costes y deudas por usuario, es la que está lastrando ahora el futuro económico del país.

¿Seguirán los vientos de austeridad apuntando solo a aumentar impuestos y recortar gastos sociales o servirán alguna vez para erradicar semejantes despilfarros y reorientar los recursos hacia fines social, económica y ecológicamente más saludables?

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