Del consejo editorial

Las dos culturas

Miguel Ángel Quintanilla Fisac

En este año 2009, tan prolífico en efemérides científicas, también deberíamos conmemorar el 50 aniversario de la famosa conferencia de Snow sobre "Las dos culturas". En ella, este físico y literato británico se quejaba del abismo de incomprensión que se había abierto entre la cultura científica y la cultura humanística en el ámbito académico británico y europeo. Desde entonces, la expresión "las dos culturas" no necesita mayor desarrollo para que se entienda que nos estamos refiriendo a las protestas de Snow ante colegas científicos que nunca han leído a Shakespeare o ante literatos
que no saben de qué va el segundo principio de la termodinámica.

Ha habido, sin embargo, algunos cambios significativos en estos 50 años. Por una parte, en el ámbito académico, la situación ha empeorado, en cierto sentido. En las últimas dos décadas, lo que llamábamos cultura humanística ha sido casi engullida por la impetuosa corriente del discurso posmoderno. Aquí ya no se puede decir que los humanistas se mantengan ajenos a la cultura científica, y viceversa. Es mucho peor: los humanistas han incorporado la jerga científica para escribir textos incomprensibles al tiempo que se han dedicado a deslegitimar la objetividad del conocimiento científico. Y los científicos han pasado al ataque para desvelar la "impostura". La famosa treta de Sokal (que consiguió publicar en una revista de humanidades un artículo lleno de jerga científica, pero sin ningún significado, para denunciar la falta de rigor del comité editorial de la revista por haberlo admitido) produjo una verdadera convulsión entre los intelectuales, y sus secuelas todavía no se han olvidado.

En el ámbito más abierto de lo que podríamos llamar la cultura popular y los medios de comunicación de masas, la situación es aún peor. En cierto modo puede decirse que las fronteras entre ciencias y humanidades se han ido desdibujando en estos medios, arrastradas por una imparable corriente de banalización de todos los contenidos culturales. A Snow le preocupaba la división de la ciencia y las humanidades, a pesar de que vivía en un país lleno de científicos humanistas. A nosotros debería preocuparnos la progresiva banalización de todas las culturas reducidas por los mass media a ese único magma de palabrería, elucubraciones pseudocientíficas, fraseología mística y reality shows, que algunos llaman Cuarto Milenio.
Pero no todo está perdido. Snow también habría disfrutado en estos tiempos asistiendo al seminario de la Menéndez Pelayo sobre cultura científica y democracia, organizada por la Unidad de Cultura Científica del CSIC, o leyendo uno de los más audaces ensayos filosóficos sobre Física Cuántica, Las carencias de la realidad física, escrito por Ramón Lapiedra, físico teórico, antiguo rector de la Universidad de Valencia y uno de los grandes impulsores de los estudios de Humanidades en la universidad española de los años noventa. Además también hay algunos medios periodísticos que dedican una atención permanente, constante y equilibrada a la ciencia y al resto de la cultura de nuestro tiempo, y que, al parecer, están marcando tendencia.

Catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia

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