Del consejo editorial

Ajustes presupuestarios en infraestructuras

CARME MIRALLES-GUASCH

Profesora de Geografía Urbana

El ministro de Fomento, después del plan de ajuste presupuestario que anunció el presidente del Gobierno, informó de que el próximo año las inversiones en obra pública tendrán que rebajarse en 3.200 millones, y que esta cifra llegará a los 6.000 millones en las previsiones del Gobierno en los próximos años. Unas cifras que, para entenderlas, tienen que relacionarse con el esfuerzo inversor en infraestructuras de los últimos años, pues, si en el año 2000 los gastos se situaban por encima de los 5.000 millones, en 2009 habían alcanzado los 19.000. Por lo tanto, y a pesar de las rebajas, estaremos muy por encima de las inversiones de años anteriores.
Sin embargo, y aunque sitúan la rebaja en sus justos términos, la pregunta que tiene que responder el Gobierno es qué porcentaje del PIB es lógico que se gaste en infraestructuras en un país como España, tanto para nueva construcción como para mantenimiento.

Además, si el incremento de gasto parece oportuno en una época de bonanza económica, también es lógico un replanteamiento en un periodo de ajuste de cinturón. Y en esta coyuntura es deseable que el esfuerzo se sitúe no en la construcción, sino en las políticas de transporte. Y estas tienen que subrayar dos estrategias. Una es la gestión de los servicios de transporte, incorporando prácticas de intermodalidad que permitan utilizar, para un mismo desplazamiento, diversos medios de transporte sin que las rupturas de carga sean costosas en tiempo ni en esfuerzo. Esta visión en red de las distintas infraestructuras, sean viarias o ferroviarias, marítimas o aéreas, permite un mayor uso y un incremento de la eficiencia.
El acento está en los puntos de interconexión de distintas infraestructuras: los puertos en relación a la red ferroviaria; o estaciones que aúnen trenes, autobuses y aparcamiento para automóviles.
Es en estos puntos donde hay que realizar operaciones a escala micro, menos costosas y que además incrementan los niveles de utilización de los trazos ya construidos.
Hay que reubicar el debate de las infraestructuras en las políticas de transporte que subrayen la gestión de los servicios y pongan al viajero y no a la cantidad de cemento en primer lugar. Y que valoren la microcirugía en la construcción de nuevos trazados.

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