Del consejo editorial

La calidad de las universidades

MIGUEL ÁNGEL QUINTANILLA FISAC

Catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia

Cada año por estas fechas se suelen publicar diferentes rankings de ámbito internacional y nacional en los que aparecen las universidades ordenadas por algunos criterios que se supone representan su prestigio, calidad o excelencia. Y sistemáticamente se oyen lamentos sobre la baja competitividad de las universidades españolas: sólo diez de estas logran entrar entre las 500 que aparecen en el famoso ranking de Shangai. Panorama desolador si lo comparamos con otros datos de nuestra capacidad competitiva: campeones del mundo en fútbol y otras cuantas disciplinas deportivas, estamos en el G-20 y nuestros soldados y cooperantes participan con éxito en importantes misiones internacionales. ¿Es que nuestras universidades no son tan buenas como el resto del país?

Bueno. Para empezar, los rankings sólo son una forma aproximada y simple de ofrecer un panorama de grano grueso sobre el prestigio de las instituciones. No nos dicen cuán buenas o malas son nuestras universidades, aunque nos sirven para saber quién gana y quién pierde el campeonato. Por cierto, siempre gana Harvard y los diez primeros puestos están copados por universidades de EEUU más Oxford y Cambridge, desde hace años. ¿Quizá por eso toda Europa está volcada en transformar su sistema universitario al modelo anglosajón, como se suele decir del plan Bolonia?
Para interpretar estos rankings, deberíamos ampliar el foco y aportar otros datos de interés. España, según el informe de Fortune, tiene diez empresas entre las 500 más grandes del mundo, así que tenemos el mismo número de empresas importantes que de universidades importantes. Por otra parte, el Producto Interior Bruto de España representa aproximadamente el 2% del PIB mundial, mientras que la producción científica española (más del 70% debido a las universidades) equivale a algo más del 3% de la producción mundial. Vistas así las cosas, parece que nuestro sistema universitario tiene en realidad una posición, en el plano internacional, igual o mejor que la posición del país en su conjunto, o al menos que la de su economía.
Lo que sí deberíamos esperar es que, con los datos que operan en los órganos oficiales (ANECA, Consejo de Universidades, comunidades
autónomas), se elaboraran y difundieran indicadores más precisos y completos de la calidad de nuestras universidades, para no tener que limitarnos a valorarlas sólo por su posición en la liga internacional.

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