FRANCISCO BALAGUER CALLEJÓN
Catedrático de Derecho Constitucional
La petición de disculpas de la comisaria europea de Justicia no ha sido suficiente para evitar la reprobación de los líderes europeos. Una reprobación lamentable porque –si lo que la comisaria dijo es lo que se ha publicado y no lo que se ha interpretado después– la comparación con la Segunda Guerra Mundial era pertinente para apelar a las conciencias dormidas de una gran parte de la sociedad francesa y europea mediante la referencia a sucesos dramáticos de nuestra historia.
Sin embargo, en lugar de rectificar, los dirigentes franceses han reaccionado virulentamente defendiendo un orgullo nacional sobre los derechos humanos que nadie puede discutir a Francia, pero que sólo ellos están lesionando. Y lo saben: la prueba es el intento de ocultar la realidad del secretario de Estado de Asuntos Europeos en relación con la instrucción policial por la que se debía dar prioridad a los gitanos rumanos en la actuación contra los campamentos de inmigrantes: "Es una circular interna, no normativa, que además ha sido ya retirada y reescrita". Lo que quizás no sepa el secretario es que, desde la Revolución Francesa, en la administración pública de un Estado de derecho no caben circulares secretas y que esas instrucciones internas son normativas y tienen efectos jurídicos, como evidencia el reconocimiento de su retirada y posterior reformulación.
Lamentable ha sido también la ausencia de crítica de los gobernantes europeos a las manifestaciones del presidente de la República indicando que la comisaria de Justicia podía llevarse a las personas afectadas por las deportaciones a Luxemburgo –su país de origen– en las que se une el racismo al desprecio por las instituciones europeas. Han cometido el mismo error que antes cometió la comisión: la permisividad con políticas xenófobas que simbolizan la antieuropa.