Del consejo editorial

Trivializar la corrupción

FRANCISCO BALAGUER CALLEJÓN

Catedrático de Derecho Constitucional

En la parte final de la película La jungla de asfalto se intentan explicar los comportamientos delictivos de sus protagonistas –que les habían conducido a la tragedia– con una frase lapidaria: "El crimen no es más que la consecuencia de un concepto equivocado de la vida". Cuando analizamos los casos de corrupción de los últimos años en nuestro país podemos ver lo ajustada que resulta esa definición a la realidad del caso Gürtel y otros similares.

Es en ese concepto equivocado de la vida donde hay que situar el interés patológico por relojes caros, trajes selectos, coches de lujo y otros ingredientes de la corrupción institucionalizada que aparecen en los correspondientes sumarios judiciales. Naturalmente, son pautas culturales previas las que estimulan este tipo de apetencias, sobre la base de un modelo económico que las incentiva. Pero lo cierto es que estas personas han incurrido presuntamente en actividades delictivas por algo tan absurdo como transformar cosas triviales en importantes; en definitiva, por satisfacer una pasión desbordada por lo fútil.
Posteriormente, al menos por lo que al caso Gürtel se refiere, los implicados en los procesos judiciales han pasado a invertir esa actitud al valorar sus propios comportamientos, con la inestimable ayuda de otros dirigentes de su partido. Han intentado restarle importancia a los delitos de los que se les acusa, por ejemplo insistiendo en la idea de que se trata simplemente del regalo de unos trajes. Sin embargo, con lo que ha costado la "colección Gürtel" de trajes –seguramente para una temporada– del presidente de la Generalitat valenciana, habría para pagar todos los que se compra cualquier persona normal que tenga que usar este tipo de atuendo durante toda su vida. Pero, además, es inútil intentar negar que el retorno del caso Gürtel a Valencia implica un cambio esencial en el proceso judicial que se sigue en la Comunidad Valenciana pues afecta a otros delitos de mayor entidad que los del cohecho impropio.
En definitiva, si atribuirle tanta importancia a cosas triviales como las que han motivado los presuntos delitos de corrupción evidencia un concepto equivocado de la vida, pretender trivializar cosas tan importantes como la corrupción, evidencia un concepto equivocado de la política. Quizás no se trate más que de dos caras de la misma moneda.

Más Noticias