Del consejo editorial

Tea Party o el remedio equivocado

ÓSCAR CELADOR

Profesor de Derecho Eclesiástico
del Estado y de Libertades Públicas

La economía estadounidense está atravesando una crisis de enorme calado y sus principales víctimas están siendo los miembros de las clases sociales más desfavorecidas, debido a la escasa protección que les ofrece el Estado del bienestar norteamericano. La Administración Obama no está saliendo bien parada de esta situación, ya que no está sabiendo explicar a la opinión pública su gestión de la crisis, y está siendo acusada de subir los impuestos y de aumentar el déficit público como ninguna Administración lo había hecho antes.
En este contexto, está alcanzando un enorme protagonismo el denominado Tea Party, que es un movimiento político impulsado por importantes personalidades del partido republicano, y que defiende la bajada de impuestos, menor intervencionismo estatal y la desaparición de servicios esenciales como, por ejemplo, la sanidad, las pensiones o la educación públicas. Las propuestas del Tea Party están causando furor en la sociedad estadounidense, pese a que sus objetivos son las patas que soportan el ya de por sí escuálido esqueleto del modelo social del país, y a que su instauración supondría el retorno a modelos políticos felizmente superados, en los cuales sólo los pudientes podían acceder a servicios asistenciales que hoy se consideran esenciales en toda sociedad democrática. Curiosamente, en un momento como el actual, en el que los europeos están reclamando a sus gobernantes que no recorten los niveles de protección social, los estadounidenses parecen haber encontrado la solución a sus problemas en el ideario del Tea Party, tal y como se aprecia en el hecho de que sus líderes estén triunfando en las primarias republicanas, y de que las encuestas comiencen a darles el cartel de favoritos en las elecciones legislativas de noviembre.
Lo peculiar de esta situación es que el déficit de la Administración Obama es muy inferior al que en su momento creó la Administración Bush, y que una gran parte de este se ha generado para poder paliar la quiebra del sistema financiero que provocó el capitalismo incontrolado que fomentó la Administración republicana. Por todo ello, las recetas que ahora proponen los nuevos republicanos del Tea Party sólo pueden entenderse si se tiene en cuenta aquello que decía Groucho Marx de que la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnostico falso y después aplicar los remedios equivocados.

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