"El disimulo es una sabiduría abreviada" decía Francis Bacon. Y la máxima es compartida por miles de parados de larga duración sobrados de cultura y buenos conocimientos. Acabamos de confirmar lo que ya intuíamos, pero sin datos. Entre un 5 y un 10% de los desempleados que buscan trabajo disimulan u ocultan su verdadera cualificación. Tachan de su curriculum lo mejor que han hecho, incluso obvian su verdadera profesión.

Es una más de las brutales aberraciones que produce la Gran Recesión. Ahora resulta que si tú sabes inglés como un nativo, tienes dos carreras y un master, dominas la informática y has tenido experiencia dentro y fuera de España, lo mejor es ocultarlo porque muy probablemente el empresario estime que con esa enorme formación acumulada le vas a dejar tirado a la primera de cambio. Y además, incluso sabes más que él y serás un prepotente. O al revés. Por más buena voluntad que la parte contratante de la primera parte contratada ponga - ¡viva Groucho Marx para este absurdo!- se da el caso de que hay contratantes que sienten pudor al ofrecer menos de 1.000 euros al mes para que un arquitecto ejerza de albañil, un matemático haga de cajero en una gran superficie o un periodista reparta pizzas.

El informe de la empresa de recursos humanos Adecco que alerta sobre el problemas, subraya alguna obviedad. Que ocultar la sabiduría genera frustración. O que los jefes de personal pueden descubrir lo que has borrado del C.V. Pero ante estas dos reflexiones no hace falta conocer la cita inicial de Bacon. Basta con saber que "más cornás da el hambre", como le dijo El Espartero al periodista.