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Éxitos en equipo

Se han acabado los Juegos de Pekín y España ha cosechado en el último día dos medallas. Y las dos en deportes de equipo, baloncesto y balonmano. De las 18 medallas que nos llevamos, en 10 de ellas participaban más de un deportista. Cuanto menos, curioso.

A los chicos de la canasta no se les puede poner más calificativos. El subcampeonato olímpico refrenda a la mejor generación del baloncesto español. La final de Pekín contra EEUU pasará a los anales. Gasol y compañía han engrandecido un deporte que siempre ha estado a la sombra del fútbol. Hace dos años en Japón los júniors de oro se hicieron mayores y conquistaron el Mundial. El año pasado perdieron la final de Madrid contra Rusia en el Europeo. Pero el 24 de agosto de 2008 también han perdido otra final pero se han ganado la admiración del mundo entero.

No lo ha tenido nada fácil el grupo que formó Aíto García Reneses. Los meses anteriores al inicio de los Juegos fueron complicados. Las disputas infantiles entre Pepe y Pepu empañaron el buen ambiente que reinaba en torno a la selección. Aíto se puso al mando sin apenas tiempo para trabajar. El torneo tampoco ha sido un camino de rosas. Sufrimos mucho para ganar a China y EEUU nos dio una bofetada en toda la cara.

Pero este equipazo se sabe levantar. Primero contra Croacia y después contra Lituania recuperaron el espíritu ganador, las buenas sensaciones. Y en la gran final lo dieron todo. Se entregaron al máximo en una pelea sin igual por el oro. Pero la NBA no había ido de paseo. No era el Dream Team pero sí era digno de cualquier All Star. Si a la calidad le añadimos un arbitraje inaudito, cobarde y desleal no queda otra que conformarse con la plata. Una plata grandiosa, una plata que sabe a victoria. Con 108 puntos anotados sólo nos podía ganar Estados Unidos.

Mejor cuerpo se les quedó a los chavales de Juan Carlos Pastor. En la lucha por el bronce se pusieron la careta del doctor Jekyll para superar a la complicadísima Croacia. En el momento decisivo le devolvieron la derrota del partido inaugural. Estos chicos sí que han hecho sufrir al aficionado lo indecible. Era como apostar a ciegas. Un día tras otro se la jugaban a la ruleta rusa. Contra Islandia salió cruz pero hoy tocaba cara.

El exitazo de Túnez 2005 no ha sido igualado, pero el bronce olímpico sabe a gloria. El equipo le debía una despedida en condiciones a su capitán, a don David Barrufet. El porterazo cuelga la casaca nacional. Después del partido voló por los aires, manteado por sus compañeros. Se lo merecía. Como también se lo merecía el hombre que ha llevado a este grupo por el camino de la discreción y el trabajo bien hecho, Juan Carlos Pastor. También deja la selección, necesita recuperar la vida cotidiana en Valladolid.

El baloncesto y el balonmano son dos ejemplos del potencial que atesora España en los deportes de equipo. El pasado junio el fútbol recuperó su sitio en el escenario internacional al conquistar la Eurocopa en Austria. Aquel éxito emborrachó al país de orgullo. La selección de fútbol, por fin igualaba los triunfos de otros deportes.

En estos Juegos nos ha faltado, precisamente, representación en el torneo futbolístico. Podría haber sido otra clara opción de medalla. Pero el resto de deportes de equipo que han acudido a Pekín han rallado a un nivel muy alto. No hay que olvidar la plata de la selección de hockey. Ni las medallas de la sincronizada, ni de la vela, ni del ciclismo. Ni el quinto puesto del waterpolo masculino, ni el séptimo del hockey femenino.

Si cualquier éxito individual tiene un gran valor, este aumenta cuando el éxito es solidario, se comparte en grupo. El equipo que triunfa minimiza las diferencias entre sus componentes, hace aflorar un espíritu societario que supera las barreras. Cuando una selección se convierte en equipo, cuando todos sus componentes apuntan hacia una dirección, el triunfo está asegurado. España ha encontrado esa llave. Ahora hace falta no perderla.

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