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La atracción del engaño

Debe ser que, a pesar de las amenazas, las sanciones y los vetos, seguimos sin aprender. El primer positivo de los Juegos Olímpicos ha tenido que ser español y en ciclismo. La triste protagonista es Maribel Moreno, una aragonesa de 27 años que estaba llamada a luchar por las medallas en la prueba en ruta que se disputó ayer.

Sin apenas acomodarse en Pekín se tuvo que volver a España con una fuerte crisis de ansiedad. Y resulta que hoy nos desayunamos con la amarga noticia de que ha dado positivo por EPO en un control sorpresa que la hicieron ese mismo día. Ya estamos otra vez con la misma cantinela. No pasan ni dos días desde que Samuel Sánchez nos llenara de orgullo para que volvamos a aborrecer algunos comportamientos en un deporte que no termina de eliminar todas sus infecciones. En el Tour pasó lo mismo. Manuel Beltrán y Moisés Dueñas volvieron a poner a España en el ojo del huracán. Menos mal que Sastre estaba ahí para hacer que volviésemos a vibrar con sus pedaladas.

Pero todo esto ha habido un aspecto que me ha llamado la atención. Resulta que la página web oficial de Maribel Moreno ha registrado hoy cerca de 5.000 visitas. Es curioso el comportamiento de la audiencia. Siempre se dice que los éxitos en el deporte benefician a la prensa, se venden más periódicos, suben las audiencias y las páginas web registran más usuarios. Pero el público también se interesa por el morbo, por la desgracia, por la trampa. Una ciclista desconocida para la gran parte de los españoles ha adquirido una fama que nunca se hubiera imaginado. Sin embargo, ella sigue recluida en algún lugar de los Pirineos y ha cancelado una conferencia de prensa que había convocado para hoy mismo.

Hoy era precisamente el día para que Maribel hubiera explicado su situación, tanto si se dopó voluntariamente como si alguien la incitó al engañó. Jaime Lissavetzky le ha pedido que delate a sus cómplices. Pero, de momento, guarda silencio.

A pesar de los numerosos triunfos con que nos deleitan nuestros ciclistas si se sigue manteniendo esta esquizofrenia absurda pasarán muchos años hasta que se recupere la confianza en este deporte. El dopaje no puede manchar las gestas, pero las pone en entredicho. Mientras haya deportistas que se sigan dopando, los que están detrás se seguirán lucrando y los que estamos delante seguiremos dudando.

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