Desde lejos

El otro Brasil

Parece que el hecho de que Dilma Rousseff no haya obtenido la mayoría absoluta en la primera vuelta de las presidenciales de Brasil ha causado entre nosotros cierta sorpresa: se supone que Lula ha sacado al país de la miseria, que es uno de los líderes más prestigiosos del momento y que el pueblo brasileño lo adora. Esa imagen internacional no acaba de cuadrar del todo con el resultado de las elecciones.

Lo cierto es que las cosas no son tan edulcoradas como las vemos desde aquí. Conozco bien ese país. Tengo allí buenos amigos, gentes de las clases más humildes, personas que viven en barrios infernales de Río donde la escasez de dinero es lo habitual, donde las "milicias" (grupos paramilitares formados por policías) imponen su poder mediante las armas, donde al doblar cualquier esquina te encuentras un tiroteo y un par de muertos.
Mis amigos son en su mayoría miembros del PT, el partido de Lula. Sin embargo, por mucho que la situación macroeconómica sea excelente, no sienten que sus vidas hayan mejorado. Todo lo contrario. Es cierto que Lula ha conseguido que muchos brasileños se alimenten dignamente a diario, pero lo ha hecho proporcionándoles ayuda y no creando puestos de trabajo. Y aun así, el 40% de la población sigue viviendo por debajo del nivel de la pobreza. La corrupción está instalada en todos los niveles de la sociedad sin que nadie pague nunca por sus culpas. Y el Amazonas se deforesta día tras día en nombre de los cultivos y la ganadería ante la total indiferencia del Gobierno. Me temo que Lula da Silva no es el mesías en el que aquí hemos querido creer. Y los brasileños lo saben.

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