Desde lejos

Aire puro

Desde que comenzó la persecución contra los fumadores, muchos adoptaron un lema biensonante: "Por un aire puro". Esa máxima siempre me ha hecho reír: ¿aire puro...? ¡Si vivimos contaminados por toda clase de malos humos, los de las fábricas y, sobre todo, los del tráfico...! La cosa suena un poco ridícula, la verdad. Y como nadie da puntada sin hilo, al final una acaba preguntándose si tanta inquina contra el tabaco no será consecuencia de las presiones de las petroleras y los fabricantes de coches sobre los obedientes políticos: mientras le echemos la culpa de todo a los cigarrillos, los automóviles y sus gasolinas apestosas podrán seguir envenenándonos –a nosotros y al planeta– sin que nadie se lo cuestione.

Perseguimos la nicotina, pero España sigue siendo el país donde más se utiliza el coche para trayectos breves, que podrían hacerse a pie. El parque de motores diésel –mucho más contaminantes que los de gasolina normal– no hace más que crecer. Y en las grandes ciudades los alcaldes no se atreven a tomar medidas de restricción del tráfico, que serían muy impopulares.
Ahora sabemos que Madrid y Barcelona superan con mucho los índices de polución procedente de los automóviles fijados por la Comisión Europea. Miles de personas mueren cada año a causa de ese problema, y el cambio climático continúa con su proceso destructivo, cada vez más intenso. Pero estoy segura de que no pasará nada: los políticos harán oídos sordos y los automovilistas seguirán encantados a lo suyo. Eso sí: hasta en los parkings de aire irrespirable está prohibido fumar. Así que todos tranquilos. (Que conste que no tengo coche).

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