Desde lejos

Tirar el dinero

Conozco a un chico que tiene una diplomatura universitaria en Criminalística. Durante tres años estudió a fondo las técnicas modernas de investigación, más ciertas asignaturas de Derecho, Medicina Forense y Psiquiatría. Lógicamente, un criminalista sólo puede ejercer su profesión en el seno de la Policía. Pues bien, el chico del que les hablo se ha presentado dos veces a las oposiciones al Cuerpo Nacional de Policía: 300 plazas para 40.000 opositores. (Con ese número, por cierto, ni siquiera se cubren las jubilaciones anuales).

Las dos veces suspendió: el hecho de ser criminalista no le ha concedido ni un solo punto en las pruebas. No consigo entenderlo: ¿puede permitirse el Estado gastarse una cantidad de dinero sin duda importante en la formación de una persona y luego tirarla a la basura? Es algo que está ocurriendo en casi todas las carreras: ingenieros que se van a Alemania, enfermeras que emigran a Inglaterra, historiadores que acaban de dependientes en cualquier sitio, científicos que no tienen donde caerse muertos...
Algo estamos haciendo mal, evidentemente. Cada uno de esos alumnos nos ha costado a todos una parte de nuestros impuestos. Damos ese dinero con gusto, pensando que estamos contribuyendo a hacer un país mejor. Pero al final este país acaba maltratando a sus universitarios, frustrando sus proyectos de vida y, de paso, malgastando la inversión común. Miro a los jóvenes que me rodean y siento una gran preocupación por ellos y su futuro: no hacemos más que criticarlos y exigirles, pero no les ofrecemos nada a cambio de su esfuerzo. ¿A dónde vamos a llegar de esta manera?

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