Desde lejos

El debate

Si algún personaje público se ha ganado mi admiración en los últimos años, sin duda ha sido el doctor Luis Montes (y sus ayudantes). Supongo que recuerdan ustedes el caso: responsable del servicio de Urgencias del Hospital Severo Ochoa de Leganés, ese médico utilizó durante años la sedación para que ningún moribundo tuviera que padecer en sus servicios terribles agonías. Su humanidad hizo que la Comunidad de Madrid, apoyada por la prensa de su bando a través de una campaña durísima, le denunciara. En balde, pues el caso fue archivado.

A pesar de eso, algunos días después del sobreseimiento, el comentarista Miguel Ángel Rodríguez, habitual de las chillonas tertulias televisivas, se permitió llamar nazi al doctor en 59 segundos de TVE y en La noria de Tele 5. Ahora es él el juzgado por calumnias. Aparte de tratar de defender la idea de que no le llamó nazi por insultarle, sino por describirle (?), el frívolo Rodríguez asegura que "estos debates funcionan así", y que las televisiones exigen a los participantes que sean "vivos, locuaces y agresivos".
No lo dudo. No me parece tan claro en el caso de 59 segundos, pero sí lo es en el de La noria, ejemplo perfecto de la degradación de la televisión. Lo único que se oye en ese debate son gritos, insultos, absurdas defensas de lo indefendible, adscripciones partidistas vergonzosas por parte de periodistas que, en algún momento, fueron muy respetables. Un triste ejemplo para una sociedad en la que el análisis riguroso, la reflexión y el debate pausado empiezan a parecer una utopía. Y así no vamos a ningún sitio. Salvo al reino de los puñetazos.

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