Desde lejos

No pasa nada

He aguardado hasta el último momento para entregar este artículo. Esperaba que, después de que el juez Pedreira se
inhibiera a favor del Tribunal Supremo de Valencia en el sumario del caso Gürtel, alguien presentase la dimisión. Puede que alguno de los cuatro aforados imputados, el vicepresidente de la Generalitat Vicente Rambla, la tesorera del PP valenciano Yolanda García, el vicesecretario general David Serra, o el ex secretario y actual diputado autonómico Ricardo Costa. Puede que el propio Camps, jefe de todos ellos, amigo del capo de la que parece ya la mayor trama de corrupción de la democracia española y presunto receptor de valiosos regalos.

Esperaba algún gesto decidido y valiente por parte de Rajoy. Eso que se llama un puñetazo en la mesa, que lanzara por los aires –lo más lejos posible de su partido– a todos esos supuestos delincuentes, implicados según el sumario en la comisión de siete delitos diferentes. Pero es más de media tarde y aquí no ha pasado nada. Absolutamente nada. (Y si ocurre después, pido disculpas). La vergüenza, tan necesaria a veces, parece haber sido tragada por los sumideros de los despachos de altos vuelos, los cochazos y los restaurantes y tiendas de lujo que todos esos individuos suelen frecuentar.
Entre otros, el sumario les imputa delitos electorales. Y eso me recuerda algo que me pregunto desde hace días: con tantos recortes de gastos sobre la mesa, ¿nadie va a meter mano en las ingentes subvenciones a los partidos y en los absurdos y enormes gastos que generan las campañas electorales, concebidas (y mal) para un tiempo en el que aún no existía Internet?

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