Desenredando

¿Las vidas negras importan?

Es una pregunta retórica, por supuesto. Las vidas negras importan. Bueno, por lo menos, a mí me importan. Debe ser porque yo formo parte de la comunidad de vidas negras. Más allá de nuestra propias comunidades, a veces dudo de que lo hagan.

Toda esta reflexión la hago después de que el asesinato de George Floyd y sus últimas palabras, I can't breathe, hayan dado la vuelta a gran parte del mundo. También hago esta reflexión después de ver que una parte importante de la sociedad se ha volcado como en pocas ocasiones para apoyar a las comunidades afro. Porque George Floyd no ha sido la única víctima mortal de la brutalidad policial este año 2020. En marzo Breonna Taylor fue asesinada  y aquí nadie dijo esta boca es mía.

Por eso me pregunto qué va a pasar después, y no sé si todo este interés de ahora se mantendrá.

¿Las vidas negras importan?

¿Tendencia, hipocresía o voluntad de cambio?

No puedo evitar mostrarme escéptica y preguntarme si esta indignación globalizada es tan solo una moda, si es hipocresía o ha venido para quedarse definitivamente. Y me lo pregunto porque vivimos en la sociedad de las tendencias. Algo se hace viral y tendemos a sumarnos ignorando, en este caso, las significaciones políticas ligadas a la lucha antirracista.

También he sentido que el Black Lives Matter ha puesto de manifiesto algunas contradicciones. He visto, por ejemplo, a muchos clubes españoles de fútbol manifestándose abiertamente a favor del movimiento de Black Lives Matter. Los mismos clubes españoles que, cuando en sus campos de juego algún jugador negro sufre una agresión racista, no reaccionan y optan por dejar a ese jugador enfrentarse al racismo sin ningún tipo de apoyo. Igual que hace La Liga. Como mucho, algún club aparece con el eslogan manido de "rechazamos cualquier tipo de violencia", y claro, entonces nos encontramos ante la contradicción de andar defendiendo a un jugador de fútbol con vínculos evidentes con el nazismo porque en el campo de fútbol le han gritado nazi.

También han aparecido personas que nunca se habían manifestado acerca del racismo y, de repente, el martes de la semana pasada, se sumaron al #BlackOutTuesday. Y hubo personas, muchas, que presas de una especie de fiebre, se pusieron a seguir a cuentas antirracistas como si no hubiera un mañana. Ah, y no quisiera olvidarme de este último grupo: personas a las que en alguna ocasión les señalé su racismo y me respondieron haciéndome luz de gas o de forma pasivo agresiva, ahora me mencionan en sus cuentas, diciendo cuánto aprenden leyéndome.

De verdad que espero que las personas que hicieron todas estas menciones y  acciones en redes sociales el martes pasado sigan manifestándose abiertamente contra el racismo esta semana y las que vengan después. Porque si todo eso no genera un cambio, no creo que nada de  esto sirva de mucho.

Todas las vidas importan

Y llegamos a lo de siempre. A la invisibilización de la lucha antirracista. Cada vez que una persona de la comunidad afro aparece con un cartel de Black Lives Matter, una persona blanca (o varias) aparece en escena diciendo que todas las vidas importan. Dejad de hacer eso. Quiero decir: ¿cuál es el problema de que las vidas negras importen? ¿Por qué molesta tanto?

No creía que hiciera falta decirlo, pero decir que las vidas negras importan no significa que el resto de las vidas no importen. Las ganas de malinterpretar los mensajes son increíbles. Sí, todas las vidas importan, está claro. La cuestión es que ahora estamos poniendo el foco sobre las vidas negras por la violencia estructural que se ejerce sobre nuestros cuerpos históricamente en todo el mundo, desde la colonización. Solo estamos diciendo esto. Y es muy exasperante que siempre haya alguien intentando quitarnos del foco.

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