Dominio público

El chafarrinón de las ideas

Israel Sanmartín

Investigador Parga Pondal de la Universidad de Santiago de Compostela y autor del libro Globalización y Pensamiento Único (Akal, Madrid, 2007)

Israel Sanmartín
Investigador Parga Pondal de la Universidad de Santiago de Compostela y autor del libro Globalización y Pensamiento Único (Akal, Madrid, 2007)

Las ideas influyen en la realidad. Ese es el eslogan que tomaron los llamados neoconservadores estadounidenses desde los años 60. Con ese axioma y negociando continuamente con el devenir de los acontecimientos lograron construir un robusto andamiaje ideológico que tuvo su mejor trabazón con la realidad en 1989 con la tesis del triunfo del capitalismo y de las democracias liberales occidentales. En esa fecha, el colapso del socialismo real parecía el anuncio del fin de las ideas de izquierda y del propio marxismo. Pero resultaron unas exequias prematuras. El tiempo ha desvinculado las ideas progresistas y el marxismo de aquel reventón ideológico. El aparente triunfo de las ideas liberales bajo la cobertura del proceso conocido como globalización hizo que el pensamiento progresista pasara, al menos, por tres fases. Una primera de shock, una segunda de estudio y análisis de la situación, y una tercera propositiva. Ese proceso, ocurrido en los años 90, alentó la conformación de una sociedad civil mundial que promovió una nueva izquierda construida en red y al calor de los debates de los Foros Sociales Mundiales. La antiglobalización (protestas) y la altermundialización (propuestas) fueron la plasmación práctica de todo ello.

Mientras eso acontecía, las ideas liberales iban descorchando fronteras. Se iba creando un pensamiento único liberal sostenido en intelectuales, medios de comunicación e instituciones vertebradoras del nuevo orden mundial. Todo seguía su marcha hasta el 11-S. Ahí se gripó el proceso. Y en unos años llegó la gran crisis del capitalismo (¿la tercera?) astillando el mundo desregulado y mercantilizado que se había erigido desde finales de los años 70. En esas circunstancias surge en España el movimiento 15M y se escribe un relato a partir del libro de Hessel Indignaos. Muchos académicos explicaron ese movimiento desconectado de lo que había ocurrido con las ideas de izquierda desde 1989 hasta ese momento. Y ese fue un primer error para entender lo que está pasando ahora.

La citada crisis se ha gestionado sin pensar en toda la gente que se ha quedado por el camino. Se ha despachado buscando una reiteración del discurso basado en el crecimiento y en elaboraciones macroteóricas. España es un claro ejemplo de ello. No se han diagnosticado las verdaderas causas de la crisis, sino sus síntomas. Y el enfermo sigue convaleciente. Tenemos, en consecuencia, una situación de crisis sistémica profunda, un conjunto de la población que se va quedando excluida social y económicamente y unas ideas de izquierda que se han ido robusteciendo desde 1989. La confluencia de esos tres elementos es lo que explica en España la aparición de Podemos. No ha sido sin tiempo. La crisis ha abierto una herida social profunda que ha encontrado oxígeno a través de ellos. ¿Por qué ha tardado tanto en manifestarse? ¿Por qué en Podemos? Se ha demorado porque las ideas tienen su tiempo de maduración y su visibilidad social no se corresponde con el tiempo histórico. En otro sentido, ha sido Podemos porque han logrado decodificar la realidad para interpretar la idea que viene. La configuración del poder cambiará en un futuro próximo. Se pasará de un poder de origen descendente (que emana de las élites) a uno de raíz ascendente (que se derrame desde la sociedad).

Aclarando estos puntos, no debemos de vincular únicamente la aparición de Podemos a las circunstancias de una crisis profunda. Tenemos que contextualizar la emergencia del nuevo partido en lo que lleva pasando en España y en el mundo desde el año 1989. No es un movimiento adanista como se ha dicho ni corresponde a una suerte de donpimponismo oportunista. Es cierto que tiene un elevado componente mesiánico y, por supuesto, apocalíptico, pero son elementos viejos en la relación entre las ideas y la realidad (lo mismo sucede con la concepción liberal por ejemplo). Con estas características o con otras, lo que sí es cierto es que Podemos nos ha devuelto a la necesidad de analizar ideas, a la preocupación por la estirpe intelectual de los argumentos, y a revisitar, por ejemplo, la relación entre cultura y poder. Además, Podemos nace en la universidad. Hecho que pone en evidencia a todos aquellos que hablan de la inutilidad de nuestro mundo académico. En ese sentido, el laboratorio ideológico de Podemos está vinculado a lo que se ha denominado el "grupo" de Somosaguas localizado en la Facultad de Ciencias Políticas del Campus de Somosaguas de la Universidad Complutense de Madrid (entre otros Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero e Íñigo Errejón). Profundizando en ese particular, y a pesar del distanciamiento por parte de ese "grupo" respecto a esa corriente, cabe mencionar también los postulados defendidos en la revista Viento Sur y el marchamo teórico y activista de Izquierda Anticapitalista, en el que destacan importantes profesores como Jaime Pastor. Paralelamente a esto, tienen a su disposición, polémicas aparte, dos programas audiovisuales (La Tuerka y Fort Apache) y una importante presencia mediática.

Pero también aprovecha Podemos otra serie de ideas que venían circulando con cierta anarquía por diferentes carreteras secundarias universitarias:

a) El retorno de Marx y del marxismo (Piketty, Therborn, el último número de Isegoría) y sobre todo la vuelta de la idea de "clase" como herramienta para analizar la realidad social.

b) La desoccidentalización del pensamiento y la inclusión de gran parte de su vertiente decolonial (Mignolo y otros).

c) En relación a las dos anteriores está la integración de interpretaciones y realidades latinoamericanas.

d) La apuesta por la construcción de una sociedad alternativa a la democracia liberal occidental basada en la ruptura de la idea de trabajo y la defensa de la idea de Renta Básica Universal y de la democracia participativa.

Todas estas propuestas, una por una, ya estaban en la agenda de aquella izquierda de los años 90. Ahora se leen en nuestro país asociadas a un programa ilusionante para una parte de la población (quizá la iniciativa progresiva más fértil desde la II República). Como hemos visto, las aspiraciones de Podemos no tienen mucho de original; es más, evidencian muchos de los defectos que ha tenido la propuesta del liberalismo (ahora en crisis) en la relación entre las ideas y la realidad. A saber: a) mesianismo; b)teleología (el fin y la causa justifican cualquier esfuerzo); c) dogmatismo y falta de voluntad para tender puentes; d) carácter revolucionario (lleva a fractura); e) apocaliptismo; f) ruptura de la concatenación dela triada pasado/presente/futuro donde se nos venda el pasado como futuro.

Como hemos visto, explicar la aparición de Podemos requiere estudiar tanto la historia como las ideas que operan en ella. Las ideas y la historia tienen una relación compleja y poliédrica que se manifiesta de forma oscura y viscosa. Con una dificultad añadida. Que ese análisis está mediatizado por la propia subjetividad, mediante la cual siempre queremos amoldar la realidad a nuestras ideas, para acabar diluyendo éstas en un gran chafarrinón. Del cuidado en el estudio de las relaciones entre ideas y realidad dependerán los diagnósticos y las soluciones de esta y de futuras crisis. Y ahí es fundamental la labor de los intelectuales y de la universidad. En esa tarea tendremos que ver si podremos incluir a Podemos, ¿o no?

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