VICENÇ NAVARRO
En una conferencia reciente que dio en Madrid el conocido economista estadounidense John
Schmitt, investigador del prestigioso Center for Economic and Policy Research de Washington y buen conocedor de los mercados de trabajo europeos y estadounidenses (fue por muchos años uno de los autores de los famosos informes bianuales sobre el estado del mercado laboral de EEUU, conocidos con el título La situación de la clase trabajadora en EEUU [The state of working America]), señaló críticamente que la respuesta del mundo financiero y empresarial al crecimiento del
desempleo en España ha sido siempre la misma: pedir la desregulación del mercado laboral. Su gran influencia en los medios de información del país explica que el debate en España sobre cómo disminuir el paro se centre en cambios en los mercados de trabajo.
John Schmitt contrastó este énfasis en los mercados laborales con la desa-
tención a políticas macroeconómicas que él consideraba mucho más importantes para entender y resolver el enorme desempleo de España. Y entre estas políticas señalaba el excesivo precio del crédito bancario (seis veces más elevado en España que en EEUU) y el escaso desarrollo de políticas keynesianas que estimulen tanto el crecimiento económico como la creación de empleo. Concluía que el incremento del desempleo no se revertirá en España sin un intervencionismo público más acentuado en la creación de empleo, no sólo indirectamente (ayudando a las empresas y a la actividad económica), sino también directamente, invirtiendo en las insuficientes infraestructuras físicas, humanas y sociales del país. El gasto público español es uno de los más bajos de la UE-15.
La población profundamente endeudada utiliza estos fondos para pagar sus deudas más que para consumir e incrementar la demanda y con ello el crecimiento económico y la producción de empleo. Así y todo, tales medidas han estimulado la economía y el hecho de que la recesión ha sido menos marcada en España que en otros países de la OCDE se debe, en gran parte, a este estímulo económico que se gastó en el año 2008.
Una medida mucho más eficaz para crear empleo que la anterior es la inversión en obras públicas y en servicios públicos, como Sanidad, Educación, escuelas infantiles, servicios domiciliarios y otros que crean empleo. Y es en este nuevo tipo de inversiones donde España se gastará, según la OCDE, un 1,1% del PIB en 2009 y un 0,2% en 2010, cantidades que son a todas luces insuficientes. España se gasta poco (y por poco tiempo) en creación de empleo a través del sector público (sólo el 9% de la población adulta trabaja en este sector, el porcentaje más bajo en la UE-15).
John Schmitt comparó el estímulo del Gobierno Obama (un 5,6% del PIB) con el del presidente Zapatero y mostró cómo los recortes fiscales y transferencias han representado un porcentaje mucho menor en EEUU que en España, invirtiendo, por el contrario, un porcentaje mucho mayor que España en inversiones de creación de empleo, sea público o privado, a través de inversiones de gasto público, gastando, además, más en 2010 que en 2008, al revés que en España, donde se gastó más en 2008 de lo que piensa gastarse en 2010.
De ahí que Schmitt dedujera que en EEUU habrá una reducción del desempleo más rápida que en España, lo cual se interpretará erróneamente (una vez más por las fuerzas conservadoras y liberales) como consecuencia de la mayor desregulación del mercado de trabajo en EEUU que en España, cuando la causa radicará no en el mercado de trabajo, sino en la disponibilidad de crédito y en las diferencias en las cantidades del estímulo y prioridades dentro de él. John Schmitt criticó a la Administración de Obama (como lo ha hecho Paul Krugman, Joseph Stiglitz, Dean Baker y muchos otros economistas) al considerar el estímulo de Obama insuficiente, crítica que debería hacerse incluso con mayor intensidad al estímulo de Zapatero que, además, ha enfatizado poco la inversión directa en creación de empleo.
Una posible corrección de este déficit podría ser la prometida ayuda a las CCAA para resolver sus enormes déficits. Hoy estas gestionan los servicios públicos del Estado del bienestar, que tienen un déficit de 38.000 millones de euros (la cantidad de dinero que debiera aumentarse en tales servicios para gastarnos lo que nos corresponde por el nivel de desarrollo económico que tenemos). La propuesta que el Gobierno de Zapatero ha hecho hasta ahora de 8.000 millones es claramente insuficiente. El reciente cambio del equipo económico, con mayor sensibilidad hacia el aumento del gasto público, es un paso importante en la buena dirección. Pero se requiere un estímulo en gasto mucho mayor del que el Gobierno ha propuesto.
Vicenç Navarro es Catedrático de Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra y ex catedrático de Economía de la Universidad de Barcelona
Ilustración de Enric Jardí
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