Dominio público

Decenios de maltrato a los que hay que poner fin

Jorge Riechmann

Poeta y filósofo

Jorge Riechmann
Poeta y filósofo

Mi ciudad, Madrid, acumula decenios de maltrato. Ha crecido tanto, y de tan mala forma, que está en el límite de lo que dudamos en seguir llamando "ciudad" (¿una acumulación urbana de cinco, diez o veinticinco millones de habitantes es aún una ciudad?). Escribía Juan Ramón Jiménez en 1956, razonando sobre el "Límite del progreso, o la debida proporción", en uno de los textos que luego recogió en su Política poética: "Una ciudad me parece a mí que debe ser un organismo como otro cualquiera, con un límite moral y material en su desarrollo, pasado cuyo límite se convierte en vicio, ciudad viciosa, como todos los desarrollos que llamamos viciosos, calabaza, nube o gangrena. Nueva York es una ciudad que ha sobrepasado la proporción de la ciudad, tanto, que en muchos de sus aspectos, no parece verdad al que la mira, sino cosa de tramoya de teatro; y su solución no podía ser otra que su rotura en varios organismos más proporcionados, los mismos organismos que antes había absorbido..."

También Madrid es hoy "una ciudad que ha sobrepasado la proporción de la ciudad, tanto, que en muchos de sus aspectos, no parece verdad al que la mira, sino cosa de tramoya de teatro". Y es una de las urbes más endeudadas, contaminadas y empobrecidas de Europa.

Endeudamiento, contaminación y pobreza no son fenómenos independientes que desgraciadamente coinciden por algún malvado azar, sino el complejo de consecuencias que se siguen de una concepción de la ciudad – y por extensión, de toda la sociedad– como espacio económico de crecimiento permanente impulsado por las oportunidades de negocio. Escribía María Sintes Zamanillo en su libro La ciudad: una revolución posible: "La inviabilidad del modelo de ciudad contemporánea se debe a que está basado en la exclusión. Su funcionamiento necesita excluir –ignorar— los límites que la naturaleza impone. Y su idea del bienestar necesita excluir —ignorar— a una parte de la población en beneficio del sector afortunado." Madrid resulta paradigmática para esas políticas de exclusión.

Son el crecimiento sin control y la prioridad de los negocios privados (en el oligárquico capitalismo de amiguetes que, asombrosamente, las y los jerarcas del Partido Popular adjetivan de "liberal") los que han ido dejando por el camino la posibilidad de un entorno habitable para los seres humanos – y no humanos–. Y han cercenado, y siguen cercenando la posibilidad de una vida digna para los de abajo, las clases populares hoy desprovistas de la capacidad de mantener su autonomía, desposeídas de las formas de hacer que las implicasen en la gestión y las tomas de decisiones para construir una vida razonable en su municipio.

Los habitantes de la ciudad de Madrid vivimos una paradoja: con una huella ecológica enorme e insostenible (que se extiende hasta 12,6 veces el tamaño de toda la comunidad autónoma), tenemos los mayores niveles de desigualdad y pobreza que se hayan registrado en décadas. ¿Cómo es posible que una ciudad que genera una actividad tan descomunal derive en tal pauperización rampante? Tres décadas de destrucción política, social y ecológica ejecutada por los intereses que representa el Partido Popular han hecho realidad esta situación crítica. ¿Seremos capaces de darle la vuelta?

Por todo ello, creo que los procesos políticos que se están desarrollando durante estos meses en Madrid tienen una importancia muy superior a la que, tradicionalmente, se ha concedido a las elecciones municipales y autonómicas. Lo que plantea el proceso de primarias abierto en la candidatura de confluencia Ahora Madrid es un camino hacia una reconstrucción de las instituciones municipales donde se materialice la centralidad de la ciudadanía en los procesos políticos (entendiendo políticos como sociales, vecinales, colectivos). Y esto se refleja en el proceso colaborativo que ha llevado a la elaboración del programa, con medidas de control de las emisiones contaminantes, restricción de la circulación en vehículos privados, reciclaje, reducción del consumo energético y mejora de la eficiencia en viviendas y espacios de trabajo, etc. Medidas que abordan la necesaria reconversión de nuestros hábitos de movilidad y consumo: los mismos que, bajo un modelo neoliberal de ciudad, nos han llevado a convertir Madrid en un conglomerado urbano inhabitable. Muchas de estas propuestas siguen la estela de las reivindicaciones que los movimientos ecologistas vienen defendiendo desde hace décadas, y desde estas reivindicaciones deberá orientarse la acción de gobierno si quiere darle la coherencia y continuidad necesaria a un proceso de transformación de Madrid en una ciudad habitable, democrática y sostenible.

También la elección de candidaturas introduce prácticas interesantes. Tanto por el mecanismo de elección —el sistema Dowdall— como por el posicionamiento público de las candidatas y candidatos, las primarias de Ahora Madrid se presentan como un proceso abierto en el que muchas caras y diversas tendencias acabarán formando un equipo único. Esto viene a contrarrestar las dinámicas extremadamente competitivas (con la tendencia a que the winner takes all, el ganador se lo lleve todo) que se habían repetido durante los últimos meses en procesos internos de Podemos, fomentando una cultura política indeseable y que en nada beneficia la unidad popular. Tanto Pablo Carmona como Manuela Carmena o Mauricio Valiente —y otros muchos—, a la cabeza de diversos sectores (Madrid En Movimiento, Más Madrid, A Por Ellos), deberán elaborar liderazgos colectivos con capacidad de crear dinámicas conjuntas, más allá de las propias corrientes que les apoyan. La primera, y no la menor de sus tareas, será conseguir una buena participación en estas primarias, con una ciudadanía quizá algo desorientada y cansada de tanto proceso orgánico. A partir de ahí, las necesidades de los y las madrileñas, y la transformación que precisan esas necesidades, serán la prueba para su liderazgo.

Tal vez sea la candidatura Madrid En Movimiento la que más desafíos afronta, precisamente porque su apuesta trata de aglutinar en un proyecto los aportes del 15M, las ideas fundacionales de Podemos y de Ganemos y las luchas de los movimientos sociales y vecinales. Para articular esta herencia propone una candidatura inclusiva que deja de lado la competencia y establece una relación real y vinculante con los movimientos de base; un reto de grandes dimensiones al que tendremos que añadir la necesidad de transformar el saber político acumulado en estos procesos en capacidades efectivas de gobierno. Figuras como las Juntas (u oficinas) de Buen Gobierno deberán asumir una forma congruente con el peso que reciben en el Manifiesto de la iniciativa, lo que en última instancia no supone sino configurar una estructura institucional nueva en la que las y los electos lideran pero también asumen lo que la ciudadanía establece. "Mandar obedeciendo", hemos repetido más de una vez estos últimos meses, haciendo nuestra la consigna neozapatista.

No obstante, probablemente el reto más complicado sea el que se refiere a la cuestión ecológica en una ciudad como la nuestra. Gestión democrática del agua, impulso de las energías renovables desde los ámbitos más cercanos o movilidad sustentable son principios que pueden despertar tanto entusiasmo como miedo entre la ciudadanía madrileña, que hasta ahora vive en un entorno municipal construido de espaldas al medio ambiente. ¿Seremos capaces de reparar esos vínculos dañados? ¿Son las ciudades vastos garajes para que aparquen los coches, o lugares de socialidad, propicios a la buena vida de las personas? ¿Cabe construir la ciudad como un espacio donde la relación humana prevalezca sobre el consumo? ¿Podemos asumir la gran red de interdependencias económicas, sociales y culturales sustentada en los sistemas naturales que mantienen el metabolismo entre la ciudad y su entorno, y rehacer esa red desde criterios de sustentabilidad? Madrid aún tiene que contestar a estas preguntas.

Más Noticias