Dominio público

Grecia: Las lecciones para España, una discusión programática con Varoufakis

Fernando Scornik Gerstein

Abogado en España, Inglaterra y Gales.

Fernando Scornik Gerstein
Abogado en España, Inglaterra y Gales.

Fred Harrison
Economista británico.

La tragedia que se desarrolla en Grecia tiene serias lecciones para el futuro de España. El caos en Atenas implica una perspectiva poco prometedora para las fuerzas progresistas en España, pero si aprendemos las lecciones podría ser posible reconstruir la economía española con un programa que reduciría drásticamente la pobreza y crearía empleos y no lo que ofrece el Partido Popular que es un crecimiento a niveles macroeconómicos que no reduce la pobreza y mantiene como objetivo para los años próximos una tasa de desempleo cercana al 20%, es decir, todavía una de las más altas del mundo.

La quiebra de la relación entre Grecia y sus socios de la Unión Europea y la rendición final de Syriza ha traído un alivio a los gobiernos europeos de derecha que han impuesto dolorosas políticas de austeridad tales como las que ha sufrido el pueblo español desde 2010. La Derecha ahora proclama que hicieron lo correcto al incrementar impuestos y recortar los gastos en programas sociales. Apoyan su tesis señalando el fracaso del gobierno de Syriza en Atenas. Desde que el gobierno de izquierdas accedió al poder en enero, la recuperación de la economía que había comenzado en 2014 revertió en una nueva recesión. Por supuesto la derecha española, con la honrosa excepción de Albert Rivera, calla el hecho de que los problemas de Grecia no los creó Syriza sino los conservadores y social-demócratas, afines al Partido Popular y al PSOE. Syriza lo que no hizo fue siquiera comenzar a solucionarlos. Esto podría no haber sucedido. El ministro de finanzas, un economista educado en el Reino Unido, Yanis Varoufakis, conocía perfectamente el modelo financiero que hubiera permitido al gobierno griego reconstruir sus finanzas con principios sostenibles. Ese modelo comprendía una reducción de los impuestos sobre los salarios y la recaudación del dinero público de la renta de la tierra y los recursos naturales, ya que en un país como Grecia la renta del suelo representa, como mínimo el 30% del PIB.

La discusión de Varoufakis

Uno de los autores de este artículo (Fred Harrison) discutió con Varoufakis cómo usar esa política para re-diseñar su programa en una forma que hubiera reestructurado la economía Griega. Podía haber sido presentado a los acreedores de Grecia de una forma que hubiera atraído apoyos. Entre otras cosas señaló Fred Harrison que las privatizaciones que exigía la Troika podrían hacerse con el modelo utilizado en Hong Kong, en Singapur, en China y aún en sectores del Reino Unido. Ese modelo consiste en "privatizar" mediante arrendamientos a largo plazo (en China varían entre 30 y 70 años y en Singapur estos "leases" suelen ser por 99 años) pero conservando Grecia el dominio y percibiendo al renta. Pero Varoufakis fue pesimista. ¿Qué le hace pensar que lo aceptarían?, dijo a Harrison. Además estaba limitado por el propio programa de su partido que habría prometido derogar el impuesto inmobiliario, que es precisamente el que había que mantener.

Si Varoufakis hubiera promovido esta estrategia en sus encuentros en Bruselas y en los programas de televisión donde participó en forma considerable, hubiera atraído sin duda confianza y simpatía para su país. Podría haberle dicho a la Unión Europea y al Banco Central Europeo que uno de los economistas más destacados del Fondo Monetario Internacional, Michael Kumhof ha suscripto esta forma de recaudar fondos para pagar los servicios públicos. Más aún podría haber señalado que dos de las economías más exitosas del mundo – Hong Kong y Singapur – ambas descansan fuertemente en la recaudación directa de la renta del suelo para mantener bajos los impuestos y la productividad alta. No se atrevió a hacerlo. No debe extrañarnos. Tampoco en España, que ha vivido jaqueada por la especulación con el suelo, las fuerzas de izquierda se atreven a decir la verdad y proponer la reforma esencial que puede cambiar el mercado productivo español: gravar la renta y las plusvalías del suelo en lugar de incrementar los impuestos al trabajo y a las actividades productivas. Unos callan por ignorancia, como ciertos marxistas que no han leído el III Tomo de "El Capital", donde Marx trata el tema y reitera su admiración por los fisiócratas. Otros, callan por el temor de perder apoyo electoral, aunque saben que es la única reforma que puede realmente evitar que la inversión inmobiliaria sea la base del sistema productivo español. No se puede cambiar el sistema sin tocar este punto y el apoyo electoral que pueda obtenerse al eludirlo sería efímero, pues matemáticamente los problemas (léase la burbuja inmobiliaria) volverán a presentarse.

Grecia encajonada

Al fallar en proponer este programa diplomáticamente en Bruselas, se encajonó a los griegos en un programa de austeridad de "lo tomas o lo dejas" (y si no lo tomas es la salida del euro, la quiebra y el desastre). Esta es la política que los griegos rechazaron en las elecciones de enero y en el reciente referéndum. Los acreedores, dirigidos por Alemania quieren nuevos recortes, incrementar el IVA y aplicarlo sobre numerosos productos básicos y sobre la industria turística. Esto dañaría a uno de los sectores más importantes de la economía griega y crearía todavía mayor desempleo. Es una opción terrible, pero el problema es que Syriza no tiene un plan alternativo, salvo el de no aplicar las reformas que se le piden.

Un mandato para el cambio

El gobierno de Syriza recibió un mandato para el cambio, pero manejó mal las negociaciones. ¿Qué es lo que falló? Sus principales economistas venían del marxismo, ese marxismo anclado en los Tomos I y II de "El Capital". No podían acordar la construcción de un programa progresista que fuera aceptable para los estados miembros de la Unión Europea. Pedir ayudas financieras sin proponer reformas realistas nunca daría buen resultado.

La alternativa viable, que se asocia históricamente a los nombre de Henry George, Leon Walras y hoy en día a Stiglitz y otros pudo haber estado en el centro del plan de rescate griego. Pero la mentalidad ultra izquierdista impidió a los políticos de Syriza elaborar un programa democrático que hubiera podido convencer al pueblo griego.

Syriza hubiera debido explicar al electorado que la reforma impositiva era la única forma efectiva de reconstruir la economía. En su lugar, como hemos señalado, llegó al poder prometiendo abolir el impuesto a la propiedad, introducido por sugerencia del FMI, que no era perfecto pues gravaba también a los edificios en lugar de recaer únicamente sobre el valor del suelo, pero que era un avance. Pero Varoufakis tenía los conocimientos para explicar que un buen impuesto a la renta del suelo ayudaría a la recuperación de la industria de la construcción y a reducir la carga fiscal sobre las empresas que crean empleos.

Ante la falta de información al público sobre este nuevo plan de acción a Syriza no le quedó otra alternativa que la rendición. En realidad Syriza permaneció fiel a una ideología que países comunistas como China abandonaron en el siglo XX. Esta es la lección que las fuerzas progresistas deben aprender en países como España. De otra manera el pueblo continuará sufriendo las políticas de austeridad impuesta a sus países. Por ejemplo, en el Reino Unido, el nuevo gobierno conservador acaba de cambiar el sistema impositivo en una forma que reduce los ingresos de 13 millones de personas con los salarios más bajos. Dice que es necesario para reducir la deuda nacional.

Pensamos que la nueva izquierda política en España puede verse seriamente debilitada por el fallo filosófico de los izquierdistas griegos. Es preocupante. Nadie, ningún cargo público electo de las nuevas fuerzas, dice con claridad lo que debe hacerse. Absolutamente ninguno. Sus programas electorales son ciertamente vibrantes pero sobre el problema principal de España, ni una palabra. ¿Es que no hay políticos que conozcan el tema? Nosotros creemos que sí los hay, pero que existe una guardia pretoriana de economistas anticuados que impide su acceso a los cargos electos y muchos líderes políticos – buenos politólogos pero flojos economistas – se dejan asesorar por estos economistas sin vuelo.

Varoufakis renunció como ministro de finanzas y ahora condena el acuerdo, pero ya sin poder. Nadie queda para defender a los millones de personas que en Europa están pagando el precio de los delitos de los especuladores de tierras y los banqueros que llevaron a sus países a la ruina financiera eclosionada en 2008.

¿Podía surgir alguien en España? El PSOE nada hizo cuando fue gobierno y sus líderes tampoco dicen nada ahora. En otras fuerzas, como PODEMOS, el tema se ha debatido y ha habido declaraciones expresas en grupos de trabajo, pero sus líderes nada han dicho y en sus programas no aparece. Debemos no obstante confiar en la aceptación que estas ideas tienen entre muchos de los militantes de las nuevas fuerzas, que nos consta, sobretodo por las propuestas de otro de los autores de este artículo, Fernando Scornik Gerstein. Habrá que ver qué hacen ahora sus dirigentes.

Las políticas social demócratas funcionan en el Norte de Europa porque no se especula con el suelo. En un país como España en el cual la inversión inmobiliaria es el "leit motiv" de los ciudadanos, no pueden funcionar, por algo es que SIEMPRE nuestros índices de paro fueron altos, no tanto como ahora, pero siempre mucho mayores que los de la mayoría de nuestros socios del norte de Europa. Es hora de cambiar. Es hora de que PODEMOS y otras fuerzas nuevas se atrevan a decir la verdad y a proponer soluciones. De lo contrario, si llegan al poder, podrán terminar como Syriza en Grecia. Por ello sería bueno que líderes como Pablo Iglesias e Iñigo Errejón mantuvieran línea directa con Stiglitz respecto a implementar programas económicos que signifiquen cambios reales en lugar de las letanías social-demócratas que no pueden funcionar en la realidad española de permanente especulación con la propiedad inmobiliaria, básicamente con el suelo.

Más Noticias