Dominio público

El torso desnudo de Rita

Augusto Zamora

R.Profesor de Relaciones Internacionales

Augusto Zamora R.
Profesor de Relaciones Internacionales

La Venus de Milo, que adorna el museo de El Louvre, es un torso desnudo. Un torso sin  brazos, que podría simbolizar lo que la derecha jurásica de este país quisiera hacer con la concejala Rita Maestre: amputarla. La hoy concejala cometió, en 2011, el crimen imperdonable de irrumpir en la capilla de la Universidad Complutense, junto a otros estudiantes, para protestar por la existencia de una capilla católica en una universidad pública. Un hecho en sí mismo anecdótico que, en un país realmente respetuoso de la libertad de expresión, no hubiera pasado a más. En esta España donde más de 7.000 personas han sido detenidas por corrupción, no era posible. Rita Maestre pertenece a Ganemos Madrid y Podemos y debe pagar por su crimen, que no es haber mostrado su torso desnudo, sino pertenecer a Ganemos Madrid. Ya se sabe, al enemigo, ni agua.

El caso de Rita recuerda otro, acontecido en la Rusia de Vladimir Putin. Allí, en febrero de 2012, un desconocido grupo musical punk irrumpió en la catedral de Moscú para pedir a la Virgen María que echara a Putin del poder. Se llamaba Pussy Riot y su captura, enjuiciamiento y condena a dos años de cárcel por "vandalismo e incitación al odio religioso" provocó una reacción mundial. Decenas de gobiernos y miles de asociaciones, personalidades y artistas se volcaron para defender a las sacrílegas músicas anti-putinistas. También muchos intelectuales acudieron a la cruzada por las Pussy Riot: Fernando Savater (¿dónde estás ahora, Fernando?), André Glucksmann, Pascal Bruckner, Alain Finkielkraut... Acusaron al gobierno ruso de aplicar prácticas soviéticas y convirtieron a las Pussy Riot en símbolo de los perseguidos en ese país. Una campaña elegante y sonora de la gran derecha europea, movilizada contra Rusia, para defender a unas sacrílegas jovencitas. Si hubiera ocurrido en Turquía es dudoso que se hubiera dado tal movilización (es país amigo y guardián de las basuras de la OTAN)

El juicio contra Rita ha sido a continuación de otro juicio, este contra ocho sindicalistas, procesados por ejercer el derecho sagrado a la huelga. Fueron declarados inocentes, pero ello no quita el hecho de que, en España, ser sindicalista ha vuelto a ser peligroso, como en la época del añorado –por la derecha- dictador Franco. Otra curiosidad, ajena aparentemente a estos juicios, es que, por una reforma del Código Penal, a los imputados por delitos de corrupción se les debe llamar ahora’ investigados’ y no se les debe esposar en público (qué detalle), para evitar su escarnio. Da la casualidad que la inmensa mayoría de ‘investigados’ son miembros de un conocido partido político, mismo que ha aprobado las leyes represivas contra manifestantes y sindicalistas.

Rita tiene razón. Mostrar un torso desnudo no es delito. Si algo es, es arte. En todo caso, libertad. Por eso su juicio no es un juicio por un torso desnudo y unos gritos de protesta. Es un juicio contra el derecho a manifestarse y contra la izquierda. El fiscal cavernario que pide un año de cárcel por la protesta cerraría museos y encadenaría al mundo, para preservar la paz de cementerio que la derecha quisiera para la humanidad. Si este juicio ocurriera en Venezuela, los que están pidiendo la cabeza de Rita en bandeja no dudarían en acusar a Maduro de reptil y tirano (ya lo hacen). En esos juegos estamos.

Si condenan a Rita en aplicación de la sharía católica, que esa condena sea convertida en medalla y Rita ratificada en su cargo. Hacer otra cosa sería cobardía y reculada, reculada y cobardía. Porque estos juicios tienen por objetivo amedrentar a la gente; someterla al miedo y hacer que renuncie, por miedo, a derechos inalienables conquistados. Si para protestar contra lo injusto y lo inicuo hay que tomarse capillas e iglesias, deben tomarse. En los años 70, en Latinoamérica, los estudiantes las ocupaban en su lucha contra las dictaduras. Eran los únicos sitios que podían tomar sin que llegara la soldadesca a matar estudiantes. A  sotanosaurios y pulpitodontes les horrorizaban tales tomas. A la iglesia de la liberación no. Ánimo, Rita, tu torso desnudo es torso de libertad. Una libertad que debemos todos defender, sea torso, mano, brazo o puño.

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