Dominio público

Lo irrepetible: otro gobierno del PP

Antonio Gutiérrez Vegara

Secretario General de CC.OO. entre 1987 y 2000

Antonio Gutiérrez Vegara
Secretario General de CC.OO. entre 1987 y 2000

Desde la noche del 26-J se viene dando por hecho que para evitar la repetición de elecciones no hay otra solución que Rajoy repita gobierno. Pero ni el "Tostado" (Alonso Tostado de Madrigal, obispo de Ávila durante 1.454-55, que juró en su lecho de muerte tener la "fe del carbonero") creería posible que con un gobierno Rajoy puedan cambiarse desde las políticas mezquinas sobre los refugiados hasta revertir los recortes en sanidad y educación pasando por la derogación de las reformas laboral, educativa y de seguridad ciudadana por poner sólo unos cuantos ejemplos. Los oráculos que propugnan la abstención socialista para investir a Rajoy ("aunque no la merezca") aducen que puede gobernarse desde el Parlamento y no reparan en que precisamente ese método nos sometería a la inestabilidad permanente (como bien saben porque han gobernado). En todo caso los populares no tardarían en tildarles de desestabilizadores y menos aún aguantarían quienes han evidenciado tener la firmeza del barro incluso cuando han gobernado. Tampoco en las tres ocasiones que han estado en la oposición han demostrado sus habilidades: contra Adolfo Suárez se pasaron hasta coincidir con quienes le conturbaron desde sus propias filas y en las dos posteriores se quedaron tan cortos que propiciaron las mayorías del PP (absoluta en 2.000).

Por otra parte auspiciar la regeneración del PSOE como alternante al precio de facilitar otro gobierno de quienes encarnan la degeneración ética y política de nuestras instituciones, la injusticia social, del destrozo de los derechos socio-laborales, la extrema precarización del empleo, el modelo económico más depredador e ineficiente, la intolerancia y la mutilación de la libertades, el desprestigio y la subordinación en ámbitos internacionales; sería un negocio ruinoso para los españoles que seguirían pagando la mayor y peor parte de la redundancia derechista; y para el PSOE que previsiblemente cosecharía una merecida ruina electoral. Para colmo de contradicciones ya le han regalado a Rajoy, antes de que mueva un músculo, que se haya zafado de la responsabilidad de formar gobierno desplazando toda la presión hacia Pedro Sánchez; además de la prevalencia en las eventuales negociaciones que ha iniciado con Ciudadanos. Por lo que llevamos visto y oído se limitarán a unos cuantos retoques cosméticos de sus políticas; aprovechando por cierto aquél incalificable acuerdo del pasado mes de Marzo que por fin se ha evidenciado como el muelle (por su elasticidad para enzarzar a diestra y siniestra) de la verdadera pinza: la que C´s y el PP traban para llevar al PSOE a la Gran Coalición

Aún se está a tiempo de jerarquizar correctamente, atendiendo esta vez sí a los intereses generales, los deberes políticos. El primero ante todo es evitar la vergüenza de ser gobernados por un partido que estará simultáneamente en el banco azul del Congreso y en el banquillo de los acusados y la zozobra que diariamente nos provoca una Administración corrompida hasta los niveles más bajos que haya designado el PP. Seguro que de esto está más harta la ciudadanía que de ir a las urnas; lo que también podría evitarse si los partidos de la oposición asumen lo que es de su exclusiva responsabilidad: que el hastío y la rabia que provocan las conductas de los gobernantes encuentren cauce de superación por la vía de la democracia representativa para que no exploten por donde menos deseamos. Deben asumirla por encima de sus cálculos particulares y pueden cristalizarla formando un gobierno de coalición que tendría más apoyo parlamentario y en consecuencia mayor legitimidad democrática que uno minoritario del PP. Es al PSOE a quien le corresponde la indeclinable responsabilidad de tomar la iniciativa y convocar a la formación de un gobierno alternativo, decente y solvente para afrontar los retos más inmediatos. En esta ocasión no hay un programa precocinado con el que puedan justificarse los dirigentes de Podemos para escurrir el bulto sino que tendrían que arrimar el hombro ahora en ese gobierno compartido que bien podría servir además para trazar el camino de una nueva, mutuamente respetuosa y solidaria vinculación entre los pueblos de España; porque si prefieren confundirse con los nacionalismos periféricos pueden ir olvidándose de llegar a hacerse mayores como proyecto político. Estos mimbres completarían el cesto con C´s que no podría alegar incompatibilidades insalvables y de inductor de la Gran Coalición pasaría a ser inducido a formar parte de un Gobierno Regenerador y Reformista.

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