Dominio público

El PSOE y la democracia que se busca

José Antonio Pérez Tapias
Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada

Como hace ya muchas décadas planteaba nuestra filósofa María Zambrano desde su exilio, ¿cuál es "el camino justo para la democracia que se busca"? No estamos metidos en un debate menor en medio de crisis que se solapan y nos sitúan en un momento, respecto a situaciones del pasado, de importancia mayor. Por el contrario, hay mucho en juego en lo que está siendo, ciertamente, un proceso largo, agotador, desesperante incluso, de conformación de un gobierno para España que, aun después de dos elecciones, no parece encontrar la vía para conjuntar la mayoría parlamentaria suficiente para que un candidato, alcanzada la investidura como presidente, lo logre.

El Partido Socialista, con su secretario general a la cabeza, se ha mantenido firme en la negativa a facilitar la investidura al candidato del Partido Popular. Sólidas razones, desde la dignidad democrática frente a la corrupción política, hasta los principios de justicia social que orientan el programa socialista en dirección opuesta a la orientación neoliberal de la derecha, han sostenido el rechazo a la posibilidad de un gobierno del PP. Sin embargo, esa coherencia, por otra parte requerida por las mismas resoluciones del comité federal socialista, no ha servido para mantener la cohesión en las filas del PSOE. No sus diferentes almas, sino algunos viejos fantasmas son los que en los últimos tiempos han salido de sus oscuras covachas para dar pábulo a enfrentamientos en el seno de una familia socialista que, por ello mismo, ve maltrechos los fraternales lazos que con encendida retórica tantas veces se invocan. El secretario general, con el considerable apoyo de las bases socialistas que se puede vislumbrar y con el respaldo de dirigentes territoriales significativos –no es casualidad que en gran parte sean de federaciones socialistas donde la cuestión de la plurinacionalidad del Estado se plantea en primer plano, como Cataluña, Euskadi, Galicia o Baleares- encuentra, sin embargo, una oposición frontal a sus pretensiones en cuanto a intentar pacto para un gobierno alternativo por parte de destacados líderes de otros territorios, sumados a la posición que encabeza Susana Díaz, a la sazón presidenta de la Junta de Andalucía,  a favor de que, llegados a este punto, el grupo parlamentario socialista se abstenga para dar paso a un gobierno del PP y así salir del bloqueo en que se está.

Desbordados los cauces orgánicos en tiempos en los que el debate político traspasa toda pared que al campo se pretenda poner, la polémica, con intervenciones que en algunos casos no puede decirse que sean sin acritud, ha llegado a adquirir tal enconamiento que urge resituar las cosas en la órbita política adecuada. Para ello se ha convocado el comité federal que en breve tendrá que reunirse, no sin antes haber aparecido en la escena mediática el envite protagonizado desde la ejecutiva socialista de amagar con la inmediata convocatoria de un congreso para resolver, con obligada elección mediante primarias de quien haya de ocupar la secretaría general, tanto la situación crítica del partido como la decisión a tomar en cuanto a la negativa o a la abstención respecto al candidato de la derecha, el cual no deja de ser el presidente en funciones, Mariano Rajoy, personaje que encarna la triste figura de un gobierno corrupto, incompetente y autoritario. Por fortuna, la idea del congreso se quedó -¡parece!- en la respuesta táctica para frenar los movimientos internos destinados a defenestrar a Pedro Sánchez, no sólo de secretario general, sino de nuevo candidato a la presidencia del gobierno si se dieran las condiciones de posible mayoría para acometer de nuevo un proceso de investidura.

En medio de tan tenso ambiente no deja de sorprender que los dirigentes opuestos a Sánchez, ejerciendo su increíble papel de críticos, se quejen de que no se respeta su libertad de expresión, cuando han hecho y hacen mucho más que expresarse en la dinámica del partido. Por el lado del secretario general, comprendiendo su difícil equilibrio entre presiones de muy diversa procedencia, tampoco deja de inquietar su bascular entre el noble empeño por lograr en sede parlamentaria el pacto necesario para un gobierno alternativo, por una parte, y su enfático distanciarse de quienes se presentan como independentistas, como si el acordar con ellos una vía razonable de desbloqueo fuera algo maldito per se. Lo que no tiene visos de prosperar es la apelación constante a un partido como Ciudadanos, claramente ubicado en la derecha con expresa voluntad de vasallaje hacia el PP. Y lo que parece ineludible es una consulta a la militancia para que opine con su voto sobre el pacto para un gobierno alternativo si tal acuerdo se presentara como factible.

Con todo, lo que se dilucida en el PSOE, además de afectar sin duda al futuro de España y su democracia, tiene que ver obviamente con la cuestión atinente al proyecto y al papel que para el futuro ha de asumir un socialismo puesto al día. Esto mismo, además, tiene que ver con la lectura que en cada caso se haga de lo que ha sido la trayectoria del PSOE en la época de la democracia española tras la dictadura franquista hasta el momento actual. Sus tareas respecto al "camino justo de la democracia que se busca" o se siguen enfocando con criterios del pasado o se intentan acometer teniendo en cuenta el contexto actual de una Unión Europea moribunda, de un mercado global en el que nos vemos zarandeados por crisis financieras transnacionales, de conflictos internacionales de nuevo cuño –incluidos ésos en los que el terrorismo se hace brutalmente presente-, de nuevos sujetos políticos, de inéditas demandas sociales, de necesarios nuevos caminos de participación política... En nuestro Estado, a todo ello, que se precipita en las crisis económicas y sociales en que estamos inmersos, se añade la crisis de su estructura institucional como Estado autonómico, urgido a una reforma para la cual la vía de un federalismo plurinacional es la que se ofrece como transitable hacia un renovado pacto constitucional.

Si el PSOE es capaz de moverse en la dirección apuntada, dejando atrás las tentaciones conservadoras de quienes buscan la (falsa) seguridad de las pautas del pasado, podrá ofrecerse como alternativa eficaz de solidaria transformación social. Pedro Sánchez debe conquistar la oportunidad de abrir caminos hacia la mejor democracia que buscamos, lo que supone dosis de coraje político que probablemente tiempo atrás ni se le ocurrió pensar  que fueran necesarias en tan gran medida. Y como la voluntad tiene que estar orientada hacia los objetivos adecuados, sí es indispensable un trabajo colectivo de inteligencia política –aquello del partido mismo como "intelectual orgánico" que proponía Gramsci- que dé forma a los planteamientos críticos y propositivos que nos son imprescindibles. Eso mismo, por otra parte, tampoco lo puede hacer solo ni el Partido Socialista ni ningún otro. Si desde el PSOE hay que aclarar qué se quiere decir cuando se habla de "proyecto autónomo" para no llamarse a engaño, desde otros, como Podemos, bien estará que se reconduzcan pretensiones de hegemonía que pueden operar como frenos para las sinergias de una izquierda plural en vez de como estímulos para la conformación de indispensables mayorías a favor del cambio social.

Ante tanto quehacer por delante, y sobre cuestiones en verdad fundamentales, hemos de atender tanto a lo urgente como a lo importante, tanto a lo inmediato como al largo recorrido. Hace falta algo así como las luces largas de Kondratiev al hablar de los ciclos económicos, para no quedarnos suspendidos en lo que Alain Badiou, desde Francia, describe como el "intervalo histórico" en que nos hallamos. Esa perspectiva es, incluso, la que puede ser necesaria para enmarcar resultados electorales como los de Euskadi y Galicia, paganos de la falta de credibilidad de un PSOE que ha de tomarse radicalmente en serio el ser verdadera alternativa. Seamos radicales, yendo a la raíz, en vez de revolotear en torno a falsas ilusiones, como pudieran ser las que algunos albergaran respecto a que resultados de inmediatas elecciones autonómicas nos dieran por resueltas decisiones insoslayables. La mentalidad mágica no ayuda nada, ni siquiera para recuperar el norte y reorientar la democracia española por el "camino justo".

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