Dominio público

El dedo y la llaga

Luis Alfonso Iglesias Huelga

LUIS ALFONSO IGLESIAS HUELGA

03-07.jpgLa Escuela de Atenas es una de las obras pictóricas más conocidas del artista Rafael Sanzio. Creada entre los años 1510 y 1511, en ella se representa a los filósofos más celebres de la Antigüedad, entre los que destacan Platón y Aristóteles. Platón aparece aferrado a su diálogo Timeo, mientras que Aristóteles sostiene una copia de la conocida Ética a Nicómaco. Ambos parecen debatir sobre la búsqueda de la verdad y hacen gestos que se corresponden a sus intereses en la filosofía: Platón está señalando con su dedo hacia el cielo mientras que Aristóteles adelanta, sosegadamente, su mano hacia la tierra.
El dedo de la ira que el ex presidente del Gobierno y presidente de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), José María Aznar, levantó en la Universidad de Oviedo, sin aferrarse a ningún libro, podría haber encontrado la calma tanto en la lectura de la obra de Platón como en la de Aristóteles. Como Platón aborda en su Timeo el escatológico problema de la naturaleza humana y Aristóteles en la Ética a Nicómaco llega a relacionar la felicidad con la contemplación, el señor Aznar, con un par de tardes de escatología y algunas horas de axiológica contemplación, podría haber dado una lección de ese solvente señorío ciudadano que sólo él atesora, sin tener que cursar la fastidiosa materia de Educación para la Ciudadanía. Pero levantó el dedo con rabia, formalizando el gesto que ha sido dado en llamar de forma castiza peineta, después de un calentamiento previo en la tribuna desde la que elevó sus diez dedos, a través de palabras punzantes, contra el actual presidente del Gobierno. Sin ser comparables, la provocación que supuso la guerra de Irak y la provocación por parte de algunos estudiantes de la universidad que mostraban su voz general en el foro particular remiten a otros incidentes universitarios en los que los conferenciantes, que además adolecían de la condición de ex presidentes, no levantaron ni un dedo, aunque muchos de ellos sí llevaban un libro entre sus manos.
Quinientos años después de la magnífica obra La Escuela de Atenas, hay dedos que merecen la pena ser levantados. De hecho este gesto, el de levantar el dedo, pero de un modo abiertamente expresivo, preside la campaña 1Gol por la Educación, una iniciativa conjunta de la Campaña Mundial por la Educación (CME) y la FIFA que quieren comprometer a los líderes mundiales a que unan esfuerzos para lograr un avance en la "educación para todos" y asegurar que todos los niños y niñas puedan terminar sus estudios primarios para el año 2015 y conseguir, de una vez por todas, terminar con esa llaga que supone el analfabetismo para millones de personas.
La tarea no es difícil, sólo hay que cambiar de dedo y de posición, ofrecer el índice a la manera de Platón y luego extender la palma de la mano hacia abajo, de forma aristotélica sin oprimir el corazón, porque parece ser que este dedo, llamado también cordial, sufre cuando se le obliga a ejecutar posiciones forzadas.
Uno de los miembros del histórico claustro de la Universidad de Oviedo, Emilio Alarcos, respondió ante la expresión de sorpresa de un alumno que recibía la calificación de aprobado y que, al parecer, no entraba en sus cálculos tal éxito académico: "No se inquiete, a usted ya le suspenderá la vida". Y lo hizo sin dedos abruptamente dirigidos ni desafiantes peinetas, (como lo hicieron, entre otros muchos y en el mismo escenario, Leopoldo Alas, Francisco Ayala, Ángel González, Francisco Grande Covián o Severo Ochoa) partiendo de la humildad que ofrece la comprensión del verdadero conocimiento frente a la soberbia que provoca la pretensión del conocimiento

verdadero.
En otro diálogo, Protágoras, Platón recuerda a través de Sócrates que el alma se alimenta de las enseñanzas, "y que mucho mayor riesgo se corre en la compra de enseñanzas que en la de alimentos. Porque quien compra comida o bebida al traficante o al comerciante puede transportar esto en otros recipientes y, depositándolo en casa, antes de proceder a beberlo o comerlo, puede llamar a un entendido para pedirle consejo sobre lo que es comestible o potable y lo que no, y en qué cantidad y cuándo. Pero las enseñanzas no se pueden transportar en otro recipiente, sino que, una vez pagado su precio, necesariamente, el que adquiere una enseñanza marcha ya, llevándola en su propia alma, dañado o beneficiado".
Hay quien ha querido ver reminiscencias clásicas en el gesto José María Aznar, presidente en ejercicio de una fundación que trabaja en el ámbito de las ideas y las propuestas políticas. Y tal vez se pueda vislumbrar la presencia de Grecia y Roma, porque estamos ante vino viejo en odres nuevos, la permanente cuestión de la educación y la ciudadanía, una redundancia a la que los clásicos llamaron lo más preciado y que discurre entre un dedo que señala y una mano que apacigua, entre el cielo estrellado encima de mí y la ley moral que hay en mí (Inmanuel Kant). Pero cuando al dedo erguido le falta la mano extendida, aunque sea la derecha, este pierde su rumbo natural hacia esa llaga que llamamos mundo y que bien vale una Ética.
El fresco renacentista se ha querido interpretar como una representación de las siete artes liberales en torno al hombre, ese protagonista indispensable para la continuidad del saber y la búsqueda de la verdad. Por tanto no puede resultar extraño que, volviendo a mirar el cuadro del genial Rafael, nos reafirmemos en la evidencia de unir el dedo y la mano, es decir, el imprescindible esfuerzo del talento con la necesaria dosis de talante.

Luis Alfonso Iglesias Huelga es profesor de FIlosofía

Ilustración de Patrick Thomas

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