Dominio público

La sociedad duerme mientras mueren en la carretera

Jeanne Picard

JEANNE PICARD

21-12-07internet.jpgLa reciente reforma de tres artículos del Código penal considerando como delitos comportamientos temerarios en el tráfico es una medida necesaria y urgente para prevenir los mal llamados accidentes de tráfico. Regula, por fin, tres delitos de riesgo abstracto, sancionados con penas privativas de libertad: alcoholemia, exceso de velocidad y conducción sin permiso.
Aunque la velocidad que se contempla es demasiada permisiva, porque pedíamos que se considere delito un 50% mas de lo permitido, nuestros diputados no lo han considerado así.

También pensamos que si no hay una mayor vigilancia policial para detectar al infractor y los jueces no aplican la ley con sentencias inmediatas y rigurosas, no será muy efectiva. Hace mucho tiempo que los afectados por accidentes de tráfico, familiares de fallecidos y heridos, han dejado de creer en la justicia. Demasiadas sentencias injustas suelen acabar con una pequeña multa y algunos meses de retirada del permiso, en el mejor de los casos, dejando libre al "presunto asesino" que después de consumir alcohol y con exceso de velocidad había matado a familias inocentes. ¿Por qué quien causa la muerte con un cuchillo bajo los efectos del alcohol y/o droga es un asesino y comete un homicidio; y sin embargo a quien mata conduciendo un vehículo bajo los efectos del alcohol y/o droga lo llaman "imprudente temerario"? El vehículo es un arma en manos de irresponsables.

Desde Stop Accidentes consideramos que la reforma del Código Penal carece de dos medidas absolutamente indispensables para cumplir sus fines preventivos: la primera es exigir el decomiso del vehículo para el delincuente vial reincidente que utiliza su coche como un arma; porque, si quitamos el arma al homicida que mata a su mujer, ¿por qué no quitamos el vehículo al conductor asesino? La grúa quita un coche mal aparcado... pero el conductor responsable de una muerte sigue conduciendo hasta que se celebre el juicio.

La segunda es que en caso de accidente todos los implicados se sometan obligatoriamente a un control de alcoholemia y/o drogas, porque la ley del paciente impide muchas veces ese control, lo que crea impunidad, y los afectados se ven impotentes para poder demostrar la verdad.

La falta de justicia sólo añade dolor al dolor ante la incomprensión de los hechos. El culpable sale indemne del proceso judicial y la víctima está desprotegida. Se necesita una política penal eficaz que incida sobre los comportamientos responsables. A pesar de todo, mantenemos la esperanza en la actual reforma del Código Penal, algo va a cambiar, porque busca prevenir la más mortal de las delincuencias.

Resulta que la Ley de Circulación es una de las leyes menos respetadas por todos los ciudadanos. ¿Por qué? Porque no es una prioridad en el debate político y social; en el debate de las ideas no se plantea el tema del tráfico. Sin embargo, estamos inmersos en el loco torbellino de la sociedad de las prisas, sin el conocimiento de sus riesgos ni de sus trágicas consecuencias.

Nos dicen que el factor humano es el principal responsable de los accidentes de tráfico; es verdad, pero existe un factor social que influye sobre la conducta, y en nombre de nuestra libertad individual y del todo vale hemos suprimido límites.

En el sector del automóvil se están alcanzando unos niveles de irresponsabilidad escalofriantes, porque se fabrican coches pesados e inútilmente rápidos con altos niveles de contaminación, y coches ligeros y potentes que son ataúdes con ruedas para la juventud. Se vende velocidad con seguridad, una falsedad. Es la gran hipocresía del mercado. Algún día, quizás, los fabricantes de vehículos serán declarados responsables de incitar a la velocidad, lo mismo que lo han sido los fabricantes de tabaco con las sustancias que crean adicción. ¡Se apela a un cambio de comportamiento del conductor, pero se deja a los fabricantes vender vehículos que no cumplen la ley! ¿Dónde está la ética?

Quizás una de las cosas positivas que aporta el permiso por puntos es la de incidir sobre el buen comportamiento del conductor y quitar al delincuente del tráfico. Pero, si no hay educación cívica, que no la hay, va a ser muy difícil avanzar. Y ésa es, precisamente, la gran asignatura pendiente, aunque creemos que se puede conseguir un pacto social para reducir el drama.

Queremos compartir la vida y convivir en el tráfico. Todos podemos ser víctimas, y sólo si la sociedad se siente identificada con el drama actúa. Protestamos porque un borracho grita debajo de nuestra ventana de noche, pero somos tolerantes con quienes al volante de su coche ponen en peligro la vida de los demás. Las normas de circulación son normas de convivencia que nos obligan a todos. Necesitamos solidaridad, un comportamiento cívico también en el tráfico.

Por todo ello, para sensibilizar a los ciudadanos, Stop Accidentes ha emprendido el difícil camino de luchar con ahínco y con la esperanza de ver disminuir la violencia vial. Hemos sufrido en silencio dramas muy particulares, siendo víctimas ignoradas sin poder de convocatoria debido a la indiferencia social y política. No podemos dejar de pensar en las miles y miles de víctimas inocentes que suman día a día dolor y tragedias en las familias españolas, y que quizás podríamos haber evitado si en nuestro país hubiésemos tenido como prioridad política acabar con esta masacre.

Ya no hay disculpas. Sabemos que la justicia no lo va resolver todo; somos nosotros, los ciudadanos responsables, quienes debemos despertar, porque mientras dormimos nuestros seres queridos mueren en el tráfico.

Jeanne Picard es vicepresidenta fundadora de Stop Accidentes

Ilustración de Patrick Thomas

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