Dominio público

Viudas serias y gente de bien.

Víctor Sampedro

www.victorsampedro.com

Víctor Sampedro
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El concejal de Culturas José Manuel Sande ha sido imputado por un cartel del carnaval de A Coruña. Tendrá que comparecer el 17 de abril en el juzgado tras la denuncia de la Asociación de Viudas de Lugo. Su presidenta declaró que le había "perdonado" por los hechos que motivaron la denuncia. Aunque decidió no retirarla al estimar que su actuación merece un "escarmiento", una petición de disculpas y que es necesario que "no se vuelva a repetir".

(1) ¿Qué mueve a unas viudas a exigir que un concejal de otra ciudad pida perdón por convocar el carnaval con un cartel (no único, sino uno de entre varias versiones) que representa a un Papa con nariz colorada y copa en mano? (2) ¿Qué les lleva a perdonar por adelantado al susodicho edil? (3) ¿Qué tienen ellas que perdonar? (4) ¿Qué perdón es ése que exige reconocimiento de culpa y propósito de enmienda? (5) ¿Qué acto de contrición, qué penitencia ha de realizar el concejal de marras para recibir la indulgencia?

Viudas serias y gente de bien.

He aquí algunas respuestas a las anteriores preguntas:

(1) Son gente bien y de bien. Señoras que disfrutan del confort propio de una viudez acomodada en una tranquila ciudad de provincias. Gente bien: viven bien sin precisar pensiones y prestaciones sociales. Y son gente de bien: son serias, no viudas alegres. Bien es cierto que muestran cierto afán de protagonismo. Pero jamás en el papel carnavalesco de la viuda picarona y picantona. Las personas que se disfrazan en carnaval deben evitar hacerlo "de cura, de monja, de guardia civil, de policía y de militar"; han añadido. Si frecuentasen Facebook, se harían llamar "Señoras bien a las que no les gusta el carnaval".

(2) Y lo quieren dejar bien claro. Por eso perdonan por adelantado. El Papa Francisco dice: "Cristo lo perdona todo". Ellas no van a ser menos. Están a su altura; en todo caso, muy por encima de nosotros. Son de las de arriba, en lo social y moral. Cosas que van juntas. Siempre lo han ido. Y deben seguir yéndolo.

(3) Nos perdonan la vida. Como corresponde a quien se siente superior, en clase y virtud. Conceden un perdón que nadie les ha pedido. Una dádiva que les sobra. Van así de sobradas. Al insulto y al ultraje, responden poniendo la otra mejilla. Así de dura tienen la cara. ¿O la máscara?

(4) A cambio de reconocer la culpa. ¿Cuál? ¿La de reír? ¿La de mofarnos de lo sagrado y lo uniformado? ¿La de presentarse a las elecciones? ¿La de ganarlas?

(5) Y ponernos a sus pies. Genuflexos. De rodillas. Agradeciendo su perdón.

Que el Señor devuelva a toda viuda (no solo a ellas) la alegría de vivir y le imbuya de la noción de bien común. Que el Diablo confunda a los politicastros que les azuzan y subvencionan. Y, un día sí y otro no, invocan a Santiago matamoros en sus cruzadas culturales. Que el Maligno les acoja a todos ellos en el infierno por haber convertido (el Camino de) Santiago en un parque temático a mayor gloria de las huestes infieles de Paulo Coelho y las legiones vigoréxicas de Decathlon. Que los jueces que tramitan sus denuncias sean enviados al Purgatorio, hasta que atiendan a las viudas que sufren pobreza energética y otras consecuencias de su nula empatía con quien sufre. Que los equipos políticos acosados muestren más audacia y alegría nunca. Que no dejen llevar al matadero a sus más osados gestores. Sí, ni una sola ordalía más como la del Matadoiro en Compostela. Un caso, entre otros muchos, donde la ignorancia y la mala fe de la prensa del pesebre y el minifundismo político abortaron el desarrollo de la autogestión cultural.

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