Dominio público

Y a partir de ahora, ¿qué?

Miren Etxezarreta

MIREN ETXEZARRETAY a partir de ahora, ¿qué?

Este está siendo un año aciago para la ciudadanía, ya que gran parte ella ha visto como se asestaba golpe tras golpe a su economía. Desde finales de 2007, no sólo su situación se ha deteriorado gravemente, sino que desde principios de año asiste impotente al establecimiento de una serie de medidas de política económica de extremada dureza que suponen un grave deterioro de su nivel de vida y el empeoramiento permanente, estructural, del sistema institucional para toda la población, justificado en la necesidad de satisfacer a unos mercados acreedores que dudan de la capacidad del Estado de afrontar la deuda.
Bien, supongamos que ya está. Si se aceptasen sus explicaciones se habrían tomado las medidas inevitables, dicen siempre, para sanear la deuda y el déficit. Y ahora, ¿qué proponen para reorientar la economía hacia una evolución positiva?
Insisten en que la prioridad sigue siendo disminuir el déficit (Salgado) y continúan concentrados en cumplir con los mercados, como si el país se redujese sólo a sus aspectos financieros. No hay otros objetivos, preocupaciones o proyectos. El Gobierno ha interiorizado de tal forma estos argumentos que su único problema es el de satisfacer a los hipotéticos acreedores. Pero si todas las medidas tomadas no han resuelto el tema, ¿para qué han servido? O si han servido para rebajar nuestro diferencial de riesgo, ¿por qué no se puede pensar y actuar sobre nada más? Es como si la economía real no existiera.
Sin embargo, es imprescindible revitalizar la economía real. No se puede ignorar la necesidad, sobre todo, de mejorar el sistema de producción/distribución de riqueza y la generación de empleo. Concentrarse en cumplir con las finanzas es insuficiente y nos lleva al deterioro permanente. Al preparar los Presupuestos para 2011 es terrible que sólo se hable de recortar el gasto, cuando es hora de actuar para mejorar la economía real, y en el caso particular de España, por la creación de empleo.
Por el contrario, todas las gravísimas reformas estructurales que se están implementando sólo sirven para deteriorar fuertemente la suerte de la ciudadanía y poner en bandeja a un capital ineficiente la recuperación de su tasa de beneficios. ¿Dónde están los proyectos para una política industrial y tecnológica potente que permita aumentar la riqueza real de la que se beneficie todo el país? ¿Dónde un plan coherente mediante una distribución fiscal eficiente y justa? El único propósito parece ser el de seguir profundizando en el empeoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores y la población, para que un adocenado empresariado pueda seguir obteniendo beneficios cada vez con mayor facilidad. Lo que hará que todo vaya bien (biblia neoliberal).

¿Cómo es posible que el Gobierno ignore la necesidad de recuperar y reestructurar la economía real? Incluso la confusa idea de un nuevo modelo de crecimiento utilizada al principio de la crisis ha desaparecido de escena. Para relanzar la economía, ¿cuentan con algo más que con las obras públicas recuperadas del recorte presupuestario?
–engañoso marketing: primero cortan mucho y luego recuperan una minucia–. ¿Para ventaja de quién? La excusa de la creación de empleo está ya gastada. Si con los 700 millones recuperados dicen que crean 10.000 puestos de trabajo, ¿cuantos se pierden con los 15.000 millones recortados? Una vez más da pena y vergüenza la confusión –¿o las luchas de poder?– que refleja el vodevil de Fomento de Blanco, sus obras públicas y los empresarios.
Se diría que el único plan del Gobierno es dejar que las fuerzas del mercado, según su criterio, relancen la economía. Se les proporcionan los medios –entre ellos una mano de obra dócil y cada vez más barata por medio de la reforma laboral– para recuperar de forma más fácil y rápida su tasa de beneficios, para que sigan con el mismo modo de hacer que nos ha hundido en la crisis. Dejan la vida económica en manos de un empresariado que ignora la necesidad de mejorar realmente la productividad, la competitividad, la estructura empresarial, la formación profesional, de absorber, ya que no de crear, tecnologías punta... cuyas inquietudes principales residen en recuperar, cuando no mejorar, sus tasas de beneficio, ignorando que el propio sistema necesita una producción/distribución más eficiente. Al capital no se le pide nada. ¿Dónde está el compromiso empresarial con la mejora de economía real, su participación en la fiscalidad necesaria, su esfuerzo por construir un sistema productivo/distributivo competitivo?
¿Cree el Gobierno que recuperando la credibilidad se resuelve todo? ¿Ignoran que si no se avanza hacia una estructura productivo/distributiva más eficiente no será posible tampoco financiar la deuda? ¿Se ha de seguir reproduciendo el sistema que ha generado el caos? ¿Qué se plantean para mejorar estructuralmente la economía real? Business as usual?
Es un camino muy corto. Si el país no aumenta la producción de riqueza real, estamos caminando hacia el subdesarrollo en el que no hace tanto estábamos inmersos. Concentrar la riqueza en la cima de la pirámide social no puede conducir a una sociedad dinámica. El capitalismo global ya no puede ofrecer ni siquiera el mantenimiento del nivel de vida logrado a principios de siglo. Probablemente ha llegado el momento de pensar en serio en un cambio de sistema. Quizá una huelga general sea un buen aviso de que la ciudadanía percibimos esta realidad.

Miren Etxezarreta es catedrática emérita de Economía Aplicada de la UAB

Ilustración de Miguel Ordóñez

Más Noticias