Dominio público

De países pobres y ricos

Delia Blanco Terán

DELIA BLANCO TERÁN

La peor cobardía es saber qué es lo justo y no hacerlo.
Confucio. Siglo VI a.C.

02-19.jpgVivimos en un mundo donde uno de cada cinco habitantes malvive con menos de un dólar diario y uno de cada siete padece hambre crónica. El mismo mundo donde, según la ONU, la riqueza combinada de las 200 personas más ricas del planeta es de un billón de dólares, diez veces más que la suma de los ingresos de los 582 millones de habitantes de los 43 países más pobres. Estos datos ponen de manifiesto la intolerable situación de pobreza y desigualdad por la que transita la humanidad a principios del siglo XXI, siendo, como somos, la primera generación de la historia con los recursos y las capacidades necesarias para erradicar la pobreza.

Los socialistas asumimos como prioridad contribuir desde la cooperación al desarrollo a la construcción de un mundo más justo, un mundo que evite condenar a unos a la pobreza mientras permite a otros el derroche; un mundo en el que se pueda avanzar hacia la desaparición del hambre y donde disminuya la desigualdad; un mundo que no cercene comercialmente las oportunidades de los países menos desarrollados y que avance en la senda del desarrollo ambientalmente sostenible.

Para lograr estos objetivos nos comprometimos desde el inicio de la anterior legislatura a sumarnos a los esfuerzos de la comunidad internacional para conseguir que se cumplan los Objetivos de Desarrollo del Milenio, a avanzar en la coherencia de todas las políticas con incidencia en la pobreza, a recuperar diálogo con las organizaciones sociales y aumentar la coordinación entre las administraciones públicas, a reformar las instituciones que gestionan la política de cooperación al desarrollo y a dedicar el 0,5% de la Renta Nacional Bruta a Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), al final de la legislatura. Lo hemos conseguido y no ha sido fácil.

Como primera decisión del Gobierno, el Ministerio de Asuntos Exteriores pasó a denominarse de Asuntos Exteriores y de Cooperación, para poner claramente de manifiesto que el Ministerio ya no tenía como objetivo únicamente la legítima defensa de los intereses españoles, sino también ocuparse del desarrollo y la lucha contra la pobreza.

El siguiente paso fue hacer de la coo-peración una auténtica política de Estado que incluyese a la Ayuda Oficial al Desarrollo, pero también a otras políticas con impacto en los países en desarrollo (comercio, inversión, deuda, migraciones), y consensuada, desde el diálogo entre los diferentes actores agentes de desarrollo y cooperación. Una política en la que el Gobierno, junto a CCAA, Ayuntamientos, empresarios, sindicatos, partidos políticos, universidades y, muy especialmente, las ONG de desarrollo, trabajasen juntos en la lucha contra la pobreza y por la ampliación de los derechos y oportunidades de la población de los países menos desarrollados, reflejando así la vocación solidaria de la sociedad española.

El resultado fue el Plan Director 2005-2008 de la Cooperación Española. La ley reguladora de la gestión de la deuda externa, las diferentes estrategias-país y las estrategias sectoriales gozan del respaldo y son sentidos como suyos por todos los actores de la cooperación española.

Pero, además, nos comprometimos a doblar los presupuestos para Ayuda Oficial al Desarrollo y hemos cumplido el compromiso. Las dotaciones en esta materia han crecido en todos los ejercicios a lo largo de estos cuatro años. España pasó de destinar para AOD 2.000 millones de euros en 2004 a más de 4.000 en 2007. En 2006, España fue el segundo país de la UE a Quince y el tercero del Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE cuya Ayuda Oficial al Desarrollo experimentó un mayor crecimiento respecto al año anterior. En los Presupuestos Generales para 2008 está previsto que se dedique a cooperación el 0,5% de nuestra Renta Nacional Bruta, el doble que cuatro años antes: 5.500 millones de euros. Nos adelantamos así a lo establecido en el Consenso de Monterrey de las Naciones Unidas, que fijó este objetivo para el año 2010.

El compromiso de lucha contra la pobreza y el subdesarrollo no sólo ha implicado el crecimiento de los recursos presupuestarios, sino también una decidida apuesta por mejorar la calidad y eficacia de la Ayuda Oficial al Desarrollo. Para conseguir mejorar los resultados de nuestra cooperación ha sido necesario fortalecer la coordinación de las actuaciones entre las administraciones públicas españolas y de éstas con los agentes internacionales, buscando la complementariedad de las acciones. Por ello España ha incrementado un 20% nuestras contribuciones a organismos, fondos y programas de Naciones Unidas (PNUD, FAO, ACNUR, entre muchos otros). Y, además, se ha reforzado y reformado la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), cuyo presupuesto se ha triplicado en los últimos cuatro años.

En cuanto a la calidad de las actuaciones, se ha privilegiado la ayuda no reembolsable frente a la reembolsable y se han reforzado las iniciativas para aliviar a países en desarrollo de la pesada carga de la deuda externa, que compromete sus oportunidades de progreso. España ha concluido diversos acuerdos de conversión y formalizado la condonación de un 60% más de deuda que en la legislatura anterior.

Por otra parte, durante estos años la cooperación española ha trabajado en una mayor diversidad de áreas geográficas; entre ellas, África, el continente más empobrecido, del que hasta ahora estábamos casi ausentes, fundamental en este momento en nuestra política exterior y de desarrollo. Por ello, hemos triplicado la ayuda en los últimos tres años, con un objetivo prioritario: las mujeres de ese continente.

Queda mucho por hacer, pero hay que decir muy alto y claro que el compromiso con el mundo más desfavorecido debe ser un compromiso ético, pero no sólo; si la agenda política no lo asume rigurosamente, nos encontraremos un mundo más inseguro y temible para todos. La pobreza es un problema de todas las sociedades y, sobre todo, de las más ricas.

Estamos cumpliendo. Somos la octava economía del mundo, y tendremos que seguir luchando por un mundo más justo para todos. En ello nos va nuestra propia supervivencia...

Delia Blanco Terán es presidenta del PSM y candidata al Congreso de los Diputados

Ilustración de Javier Olivares 

Más Noticias