Dominio público

La encrucijada socialista

Sebastián Lavezzolo

SEBASTIÁN LAVEZZOLO

Después de la dura derrota electoral del 22-M, la batalla silenciosa por el futuro liderazgo del PSOE ha salido a flote mostrando una de sus peores caras. La lucha entre los dos potenciales candidatos a suceder a Rodríguez Zapatero se ha planteado en clave de método, es decir, en la forma de elegir al próximo candidato de los socialistas para las elecciones generales en 2012: ¿primarias o congreso? La primera opción estaba identificada con las preferencias de los seguidores de la ministra Carme Chacón, quien en unas primarias se veía con posibilidades de convencer a los militantes de ser la apuesta de futuro del partido –recuperando el carácter socialdemócrata y plural de la primera legislatura de Zapatero– y un revulsivo de cara a las próximas elecciones. La segunda opción, la del congreso sin –o con quiméricas– primarias, parecía ser la preferida por los fieles del vicepresidente primero de Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, especialista –y cirujano– en los resortes del aparato del partido.

Desde un punto de vista teórico, existen razones de peso para considerar como válidas cualquiera de las dos opciones. Por un lado, las primarias dotan al proceso de selección del candidato de una particular legitimidad democrática en contraste con los opacos acuerdos entre familias en un congreso. También rejuvenecen al partido, pues los militantes se implican, se motivan y los candidatos hasta pueden generar un genuino debate de ideas. Pero las primarias también pueden derivar en una lucha fratricida que perjudique a la propia organización, debilitándola y mermando, en fin, sus perspectivas electorales. En este sentido, si bien un congreso no evita las luchas entre facciones, sí puede ayudar a minimizarlas o contenerlas, ahorrando al partido un desgaste político significativo y trasmitiendo una imagen de organización cohesionada y fuerte.

Pero de poco sirve ya evaluar qué método de selección sería el más apropiado. La decisión ya está tomada. Carme Chacón –joven, mujer, catalana– ha dado un paso atrás. Así pues, sólo queda evaluar cuáles serán las consecuencias de dicho desenlace: qué mensajes envía el PSOE al electorado eludiendo unas primarias auténticas.
En primer lugar, desgobierno. Las formas a través de las cuales se ha terminado esquivando un proceso de selección abierto a la militancia han desvelado cierta desorganización en el PSOE. Zapatero ha sido desautorizado por los suyos y, tras su intento de frenar tal deslegitimación, por los propios hechos. Según se desprende del discurso de renuncia de Chacón, la gravedad del asunto podría haber hecho tambalear hasta el propio Gobierno, forzando unas elecciones anticipadas.

Asimismo, Zapatero no parece dispuesto a renunciar a la Secretaría General del partido hasta pasadas las elecciones. De hecho, todo parece indicar que esto último sería la contrapartida de la marcha atrás de la ministra de Defensa. Por tanto, parece probable que, de aquí a las elecciones, el PSOE se moverá bajo una bicefalia con la que quizá muchos militantes estén en desacuerdo y que podría ser poco constructiva de cara a recuperar votos.

En segundo lugar, la ausencia de unas primarias en las circunstancias actuales envía una señal de falta de receptividad política por parte de los dirigentes socialistas. El hartazgo de la ciudadanía respecto a la clase política, aunque probablemente coyuntural a la crisis, se ha visto reflejado tanto en la opinión pública como en la calle. Hoy mismo, ciudadanos con un carácter notablemente transversal se rebelan, entre otras cosas, por el debilitamiento del vínculo entre representantes y representados. No puede ser más inoportuno, pues, que los socialistas den tal muestra de insensibilidad ante las inquietudes de la ciudadanía.

Por último, el hecho de que el PSOE eluda un proceso auténtico de primarias envía un mensaje de incoherencia política. Es bien conocido que muchos dirigentes socialistas y, en particular, su secretario general han hecho bandera de las primarias para diferenciarse de los "dedazos" del Partido Popular a la hora de elegir sus candidatos. Así, este giro en los principios del partido se suma a los vaivenes en las políticas de Gobierno y refuerza la idea en parte de la ciudadanía de que el PSOE carece de credibilidad. Sin duda, esto último se añadirá a la lista de motivos por los cuales los socialistas podrían volver a darse de bruces contra las urnas.

En definitiva, la ausencia de primarias remarcará en el electorado una inquietante sensación de desgobierno, falta de receptividad y, sobre todo, incoherencia política en el PSOE. Nada de esto, claro está, contribuirá a una recuperación electoral.

Sumado a las repercusiones más inmediatas, puede que la inconsistencia de un PSOE que agitó la bandera de las primarias para, al parecer, después eludirlas tenga consecuencias en el más largo plazo. Primero, porque la marcha atrás de las primarias daña la reputación del partido. La reputación es un valor que se labra con los años, poco a poco, pero también es un crédito que, si se pierde, es muy difícil de recuperar. En pocas palabras, será muy difícil creer al próximo líder socialista al hablar de democracia interna. Y segundo, porque, si asumimos que el futuro candidato socialista lo será después de haberse obstaculizado las oportunidades de una alternativa joven, el partido socialista también se ubicará en un conflicto de mayor alcance, pues habrá desestimado una renovación generacional en la dirigencia del partido que, frente a un PP gris, es hoy, más que nunca, necesaria.

Sebastián Lavezzolo es politólogo e investigador de la Universidad de Nueva York

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