Dominio público

He visto cosas que no creeríais

Rosa María Artal

He visto cosas que no creeríais

 

Rosa María Artal

Periodista y escritora

Ilustración de Patrick Thomas

Hace un año andaba enfrascada en una novela sobre la corrupción que luego aparqué por asuntos más perentorios como la preparación de Reacciona. No faltaba inspiración en la realidad para pergeñar los zafios personajes que saquean las arcas públicas españolas, su casposa parafernalia. En la escalada que provocara el interés del lector, buscaba el hito culminante en la trama capaz de causar tal estupor que les desenmascarara definitivamente, fueran encausados y se desatara la indignación popular. La privatización de Metro y de RENFE me pareció por entonces el colmo al que podían llegar nuestros políticos. Y ya están aquí. Gallardón "no descarta" que se privatice el suburbano de Madrid. Lo piden, además, los empresarios de la CEOE, con los colmillos afilados a ver si en el paquete cae también la red de ferrocarriles cuando el PP tenga también esa llave en sus manos. Mi novela, de haber seguido por ese camino, hubiese sido un fiasco. Ni inspirándome en Milennium y salpicando el relato con intrigas de ultraderechistas, xenófobos, homófobos, racistas y machistas, hubiera hecho mover un músculo a los lectores en este país que los tolera con tal desparpajo.

Estamos viendo cosas que nunca hubiéramos creído. Los poderes financieros causan una crisis descomunal en el mundo y terminan tomando las riendas. La UE azul tiña gangrenosa se dispone a servirles un billón de euros más, sumados a las ingentes sumas ya entregadas. Ganar más de 3.000 millones, por ejemplo, no cumple las expectativas de algunos bancos españoles y necesitan "recapitalizarse" (con nuestro dinero) mientras sus ejecutivos son pagados con cantidades obscenas, viendo crecer sus emolumentos un 80% en los años de la crisis.
Y, mientras, se amputan la sanidad y la educación, se congelan pensiones, disminuyen los salarios ya más bajos de la Europa de nuestro nivel (UE-15), expuestos a más reducciones como piden los empresarios, al despido no compensado en dinero, sin mediación sindical que están desactivando... en el país de los casi 5 millones de parados, donde la mitad de nuestros jóvenes están desempleados. Nunca podrán por tanto acceder a esa pensión devaluada y amenazada como la que han diseñado.
Ante "la gran fiesta de la democracia" que pone trabas a los nuevos invitados o a los de menos lustre en escaños anteriores, los votantes aletargados son capaces de entregar la clave de la caja del poder a quien recorta con podadora, manipula y miente, defendiendo además sus medidas. Y con ardor en algunos casos. Sólo así se entiende que CiU ofrezca buenas expectativas electorales tras los destrozos ocasionados en los servicios elementales. O el PP. Incluso el PSOE, cuya tijera al menos no parece que en principio pretenda castrar también nuestro cerebro. Precisamos una sociedad nueva. Que reaccione ante las tropelías y consiga regenerar la imprescindible Política.
He visto cosas que no creeríais, sí. Que "la salud es un asunto personal y no compete al Estado", dicho por un señor que cobra por gestionar el entonces inútil departamento. O que habrá que "revisar" el seguro de desempleo, o educar a los niños en "el respeto a los dueños de las empresas" con rango de ley, según anunció en el Congreso el "neocarismático" Mariano Rajoy. O que "enrarece más el ambiente" investigar los desorbitados sueldos y la caótica gestión de las Cajas de nuestros ahorros, como argumentan sin pudor los dirigentes del PP en Galicia.
¿Cómo es posible que permanezcamos impasibles ante todo esto y mucho más? Quizás porque los recortes y atropellos llegan sumando grados lentamente al agua, y nos están cociendo como a las ranas y a los cangrejos: sin que nos enteremos.
Pero es que estamos sumamente "distraídos". Ignacio Escolar lo llama "Mirar al pajarito" y es un salto cualitativo a mi viejo "Perseguir la zanahoria"... inalcanzable, que al menos implicaba una cierta acción. Tenemos asesinatos sexuales o toreros corneados hasta saltarles el ojo. Rifirrafes, muchos rifirrafes políticos: el "este dice, el otro dice" y yo no te doy un dato no vaya a ser que te enteres de qué va el asunto. Bolsas repletas y grabaciones tomadas "con las manos en la masa" que se evaporan en archivos y sobreseimientos. Aeropuertos sin aviones, carreteras sin coches, que exigen nuestras subvenciones. Y todo pasa mansamente sin que nadie se inmute. ¿No es tiempo de Watergates? ¡Irrumpen todos los días! ¡A todas las horas!, precisando nuevos impactos sin tregua para no aburrirnos. La capacidad de asombro y reacción se diluye por saturación. Pero han entrado ya en nuestras casas, están vendiéndonos el televisor comprado con nuestro esfuerzo, y el frigorífico y la lavadora... y lo que es mucho peor, el botiquín de primeros y últimos auxilios, la biblioteca, la capacidad de relacionar conceptos para actuar como seres libres y racionales, la ética, el coraje.
¿Nadie se inmuta? Sí. El malestar de una sociedad que huye de la anestesia se está manifestando en múltiples lugares del mundo como nunca antes sucedió. Quieren taparlo, cercenarlo, aunque difícilmente podrán. ¿Qué mejor lobby de influencia que el 99% de la población sojuzgada por un 1% que incluye a todos los poderes del –hoy degenerado– sistema? "La vida es muy peligrosa, no sólo por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa", decía Albert Einstein.

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