Dominio público

Niños y niñas llenos de miedo

Elena Valenciano

ELENA VALENCIANO

06-05.jpgConsternada por el gran número de niños palestinos y libaneses inocentes que eran víctimas de los enfrentamientos con el Ejército israelí, Naciones Unidas declaró el 4 de junio el Día Internacional de los Niños Víctimas Inocentes de la Agresión.
Esto ocurría un día como ayer de 1982. Hoy, millones de niños y niñas continúan sufriendo las múltiples manifestaciones de la violencia. En las guerras suman, junto a las mujeres, el 80% de las bajas civiles.

Según Unicef, cerca de la mitad de los casi cuatro millones de personas que han muerto en conflictos desde 1990 eran menores de edad. Y alrededor de 20 millones de niños y niñas han tenido que huir de sus hogares. Otros cuatro millones han quedado discapacitados, tullidos, han sufrido lesiones cerebrales o graves secuelas psíquicas.

El ejemplo más brutal de esta realidad lo encontramos en Sierra Leona, que registra las tasas absolutas de mortalidad de menores más elevadas del mundo. Tras diez años de guerra civil, 284 niños y niñas de cada 1.000 no llegan a cumplir los cinco años.

Los conflictos aumentan el riesgo de sufrir malos tratos, explotación y agresiones sexuales. 300.000 niños en el mundo son utilizados como soldados y la violación como arma de guerra es una práctica habitual contra mujeres y niñas.

Pero los menores no sólo son agredidos en las guerras. Se calcula que alrededor de 40 millones de entre 0 y 14 años sufren algún tipo de abuso en sus familias. Más de 30 millones (algunas ONG multiplican esta cifra) son víctimas del tráfico infantil, de los cuales 2 millones están atrapados en las redes del comercio sexual, y el destino del resto es la explotación laboral, las adopciones ilegales o el trasplante de órganos.

Debemos considerar también la dureza de los matrimonios infantiles. La muerte asociada con el embarazo es la principal causa de mortalidad entre las muchachas de 15 a 19 años de todo el mundo. Sus hijos e hijas tienen un 60% menos de posibilidades de sobrevivir que los nacidos de una madre mayor de 19 años.

Las principales víctimas de la crisis alimentaria que amenaza con provocar 100 millones de pobres en el mundo serán, de nuevo, los menores. En la actualidad, 9.000 niños y niñas que no han cumplido cinco años mueren cada día por causas relacionadas con la hambruna.

El Informe de Acción Humanitaria 2007 de Unicef recoge más de 33 situaciones de emergencia en todo el mundo que afectan a niños y niñas. Cuando finalice este año, el informe 2008 hablará del ciclón Nargis que ha azotado Myanmar, donde las continuas trabas puestas por los militares birmanos para que la ayuda humanitaria llegue a la población ha condenado a la enfermedad, la hambruna y la muerte a cientos de miles de personas, la mayoría menores.

Cuando las guerras, los desastres naturales o la extrema pobreza castigan a la población y obligan a mucha gente a abandonar sus hogares y sus países, las mujeres y los menores son los que corren un mayor peligro de sufrir actos de violencia y abusos. Muchas veces, son las mismas personas que deben protegerlos quienes cometen esos actos criminales.

Los niños y niñas refugiados, así como los que pertenecen a grupos indígenas o de minorías étnicas, tienen menos posibilidad de acceder a servicios básicos educativos y sanitarios, entre otros motivos, porque muchos ni siquiera son inscritos al nacer. En la región amazónica del Ecuador, sólo un 21% de los menores de cinco años tienen un certificado de nacimiento, frente al 89% de la media nacional.

Pero no tenemos que irnos muy lejos para encontrar esa realidad. Según el Banco Mundial, en Europa hay una población de entre siete y nueve millones de gitanos, de los que alrededor de dos viven en Rumania.

Son parte de esta minoría sin patria que en estos días ha vuelto a sentir, en pleno corazón de Europa, el rechazo, el racismo y los prejuicios de quienes los consideran peligrosos, diferentes.

Semanas atrás hemos contemplado la brutal imagen de campamentos de gitanos rumanos salvajemente atacados e incendiados por grupos de exaltados. Entre esos 500 gitanos que han tenido que huir de sus infraviviendas había muchos niños y niñas que, sin entender, corrían de la mano de sus padres y madres llenos de miedo.

Ellos y ellas son especialmente sensibles a su entorno y necesitan vivir con seguridad para crecer en plenitud. El reconocimiento del derecho que tienen a ser protegidos es básico para evitar los actos de violencia contra ellos; un derecho que ha de venir acompañado de la legislación adecuada y de su cumplimiento.

Cuando las familias no pueden proteger a sus hijos e hijas, por el motivo que sea, los Estados están obligados por los artículos 20 y 22 de la Convención sobre los Derechos del Niño a proporcionarles cuidados y asistencia especiales.
La Sesión Especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas a favor de la Infancia ha vinculado el desarrollo económico a la creación de un mundo apropiado para la infancia.

En estos momentos en los que la economía es uno de los puntos calientes de la agenda política, los Estados deberían incorporar la estrategia de Naciones Unidas para que algún día sea posible que los niños y niñas dejen de ser víctimas inocentes de agresiones.

Elena Valenciano es secretaria de Relaciones Internacionales del PSOE y diputada

Ilustración de Enric Jardí

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