Dominio público

Una herida de Alto Nivel

Xavier Ferrer-Gallardo

Xavier Ferrer Gallardo
Investigador, Departament de Geografia, Universitat Autònoma de Barcelona

Mañana, 3 de octubre, se celebrará en Rabat la décima Reunión de Alto Nivel entre España y Marruecos.

Las cuestiones escabrosas no tendrán un hueco reservado en la agenda del encuentro. Sin duda flotarán en el ambiente las últimas "performances" de Yahia Yahia, alcalde de Beni Enzar (municipio marroquí fronterizo con Melilla). Y también lo hará, claro está, la reivindicación territorial que las motiva. Sin embargo, ni éstas ni otras materias espinosas encabezarán ninguno de los dosieres importantes a disponer sobre el tapete.

Así, presumiblemente, la reunión se desarrollará en el marco del clima de "excelentes relaciones bilaterales" en el que el discurso oficial de ambos países reincide, a modo de mantra (y salvo ante sucesos puntuales), desde que en 2004 llegara a la Moncloa José Luis Rodríguez Zapatero.

En esta tesitura, es harto probable que ambos gobiernos entonen la clásica y recurrente melodía de "los vecinos condenados a entenderse". Esa será, en definitiva, la banda sonora de una cumbre que debe contribuir a consolidar la tan cacareada "asociación estratégica" hispano-marroquí. O, en otras palabras, a apelmazar el tantas veces invocado colchón de intereses compartidos. Salta a la vista que los puntos de fricción abundan. Pero el acento no se situará sobre ellos.

Así las cosas, en un escenario en el que, en principio, nadie desea levantar ampollas, un aniversario crucial, una efeméride transcendental, corre el riesgo de pasar inadvertida.

El próximo 27 de noviembre se cumplirán 100 años de la firma del Tratado hispano-francés por el cual se estableció el Protectorado Español de Marruecos. Ha transcurrido un siglo, pero su impronta,  y en particular la de alguno de sus más oscuros episodios, sigue siendo palmaria y dolorosa. La sombra colonial es alargada.

La herida causada por el uso de armamento químico por parte del ejército español durante la Guerra del Rif sigue abierta todavía. Permanece medio oculta bajo una tupida venda ennegrecida, pero, de modo indefectible, el sufrimiento –físico y simbólico- que provoca distorsiona la retórica de la harmonía bilateral.

La lesión debería haberse sanado hace años. No obstante, el tratamiento requerido (esclarecimiento de lo acaecido, asunción de responsabilidades y reparación del daño causado) apenas ha empezado. Han transcurrido más de nueve décadas desde que se produjo el rocío químico del Rif. Y el Estado Español sigue sin estar a la altura de las circunstancias.

Ayer, haciendo alarde de una desconcertante cintura diplomática, así como del confuso virtuosismo en el manejo de los tiempos que caracteriza algunas de sus últimas intervenciones, el rey de España añadió nuevos elementos al debate. Contribuyó a poner de relieve la controvertida herencia simbólica de la intervención colonial española en el norte de África. El Rey impuso la Cruz Laureada de San Fernando, la máxima recompensa militar en España, al Regimiento de Caballería Alcántara  en reconocimiento al papel jugado por éste, en plena Guerra del Rif, en 1921, durante llamado 'Desastre de Annual'.

En  2012 se conmemora el centenario del Protectorado. Nos hallamos ante una buena oportunidad para profundizar en el conocimiento de lo ocurrido. ¿Qué metodología e instrumental de trabajo emplearon  los militares españoles que combatieron a lo largo y ancho del norte marroquí, durante la primera mitad del siglo XX? ¿En nombre de qué, para quién y contra quién luchaban?

Reforzar los lazos  y la cooperación entre España y Marruecos constituirá el leitmotiv de la cumbre que mañana se celebra en Rabat. A fin de que los lazos y la harmonía perduren, deben antes identificarse, tratarse y curarse las magulladuras de la historia. Resulta indispensable, en definitiva, seguir arrojando luz –desde ambas orillas- sobre las consecuencias de la intervención española en el norte de África durante los años del Protectorado.

Mientras se desarrolla la décima Reunión de Alto Nivel hispano-marroquí, habrán transcurrido casi cien años desde que uno de los dos países participantes estableciera un Protectorado sobre parte del territorio del otro país participante. Es evidente que algunas de las heridas causadas siguen doliendo. Algunas incluso siguen sangrando.

Una relación bilateral saludable debería impedir que gangrenen en el olvido las afrentas de la historia.

Más Noticias