Dominio público

Pata ibérica

Xavier Ferrer-Gallardo

Xavier Ferrer Gallardo
Investigador. Departament de Geografia. Universitat Autònoma de Barcelona

Se cumplen treinta años de la victoria del PSOE en las Elecciones Generales de 1982. Mayoría absolutísima: 202 escaños. Primer gobierno de izquierdas desde la II República. Fue el pistoletazo de salida a cuatro legislaturas sucesivas de gobiernos felipistas. Se abría así la puerta a una larga primavera socialista, que, paradojas de la vida, iba a encubrir la implacable recalada del neoliberalismo en España.

Durante las subsiguientes legislaturas aznarianas, teoría y praxis neoliberal redoblaron su poder de influencia. Actuaban ya a ideología descubierta. Sin medias tintas. Sin paños calientes. Sin tener que alzar el puño en Rodiezmo. Y sin vetustas americanas de pana.

Pero el punto álgido, el anclaje neoliberal definitivo, aún estaba por llegar. Arribaría en 2004, con el regreso del PSOE a la Moncloa. Y su relato lo hilvanaría Zapatero. ¿Se acuerdan?: "Bajar los impuestos es de izquierdas". En plena burbuja. Y entonando la internacional en los congresos.

Estos días se cumplen también tres décadas desde que España reabriera la verja de Gibraltar. El 15 de diciembre de 1982 volvía a permitirse el tránsito de peatones desde La Línea de la Concepción. Se ponía fin al cerco a la colonia británica impuesto en 1969 por el régimen franquista. Se escenificaba, así, el cambio de rumbo político insuflado, también en el plano internacional, por el triunfo de Felipe.

España olía entonces a derrumbe de barreras. Se acercaban años en los que reinaría la falsa retórica del mundo sin fronteras. Se abría España. Iban a liberalizarse sus mercados. Era el preámbulo de los accesos y excesos por venir. La antesala de un encadenamiento de nuevas membresías, de advenedizas y retráctiles riquezas. De un maná que se antojaba infinito. Del complaciente jolgorio de los Fondos de Cohesión.

Pese al "OTAN, de entrada no" esgrimido en otros tiempos,  España seguiría en la Alianza Atlántica de la mano socialista. El país accedería en 1986 a la Comunidad Económica Europea. Y  poco después, en 1991, rubricaría el Acuerdo de Schengen.

¡Schengen! Ya bajo su cobijo, España procedería a desmontar de forma progresiva sus fronteras interiores. Aunque, en paralelo, y con un ahínco extraordinario, fortificaría hasta la bandera sus fronteras exteriores.

Han pasado tres decenios desde que Felipe González ganara sus primeras elecciones. La verja de Gibraltar sigue abierta. Pero España y con ella su partido socialista languidecen. Algunos de sus militantes de base se disculpan en un video por los servicios (no) prestados. Así las cosas, el PSOE celebra un homenaje al expresidente, en el 30 aniversario de su llegada al ejecutivo.  El acto lo preside un gran cartel en el que en mayúsculas se lee: "Gracias Felipe". En el contexto actual, ello podría llegar a ser interpretado por algunos como un ejercicio prescindible. Algo así como una broma de mal gusto.

Lo cierto es que planea sobre el país una inquietante sensación de estafa. Soplan aires de acrobacias junto al despeñadero. Si la situación no se endereza, tal vez pronto no resulte descabellado pensar que en la verja de Gibraltar pueda volver a echarse el cierre. Esta vez, acaso, a instancias de los propios gibraltareños. Y ante la expectativa que, como en "La balsa de Piedra" de Saramago, una enorme grieta en los Pirineos desgaje a lusos y españoles del espacio europeo. Lanzándoles a la deriva, a bordo de una gran patera ibérica.

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